sábado, 6 de diciembre de 2014

Mayo sangriento

Daba penita verle,  un tío tan grande chorreándole la sangre a lo largo de su enorme nariz, sin un pañuelo que tapara el escandaloso y rojo fluir emanando  del pequeño corte, que mantenía sin taponar para acrecentar el efecto de la lógica hemorragia.  
Las cámaras captaron el incidente, que no puede ser plausible pues no tiene justificación alguna, pero que a más de uno de estos que  utilizan el modus operandis de  servidor público, para de paso optar por el beneficio propio, para desgracia de la sociedad, le viene bien, de vez en cuando, que sienta en sus carnes morenas algún que otro varapalo.
Muchas personas lo están pasando mal y están cansadas de esperar una respuesta a sus problemas, y cuando se las torea demasiado, aparece la desesperación capaz de llevarlas a lanzar, acompañando los insultos merecidos, los pancartazos, a siniestros, nunca mejor aplicado, y diestros, en mantazos y bajonazos.
A veces, esos accidentes de dos puntos de esparadrapo, agua de Mayo, les vienen de perlas para salidas airosas, a los damnificados, pues de ella sacarán punta, incluido el humor grafico, que les llevaran a convertirlo en un mártir, por mor del incidente, que como los del Chavo fue “sin querer queriendo”.
Esta vez  el Mayo fue sangriento y  le condujo a la enfermería, dejando vivo al morlaco que tenía en los medios emplazados, y al inoportuno espontáneo en los  cuartelillos.
Lamentablemente nos privaron del repertorio de pases por alto y estatuarios a los que penosamente nos estamos acostumbrando. ¿Qué adornos nos tendría preparado de no haber tenido lugar el incidente?
Me imagino el planchado engaño de la prosa grave del rapsoda, salir del magafono de mano de mil arengas, volando por los aires entre el abucheo del respetable.
Como los facultativos le permitieron, por la levedad del varetazo, la salida del centro sanitario,  cuando todo había concluido, dejó a la afición sin tener que soportar, una vez más, las tediosas faenas de aliño, vacías de contenido, sin transmitir ni pizca de emoción  con pases aliviados, y no precisamente para la andanada de Sintel, que si chorrea sangre, y no por voluntad propia, más bien por  el sacrificio al que los someten. En otras ocasiones no falta alguien que, en lugar de un listón, le entre el deseo de, al escuchar lo de la playa, utilizar una toalla bien empapada que además no deja marca.
Sevilla a 1 de Mayo de 2003
Francisco Rodríguez Estévez
El dirigente sindical de izquierda sufrió el ataque de un trabajador de Sintel desesperad, y el señor alcalde pide a los sevillanos que en los ultimos dias de feria, que tantos visitantes vienen, se vayan a la playa. 


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