Daba penita verle, un
tío tan grande chorreándole la sangre a lo largo de su enorme nariz, sin un
pañuelo que tapara el escandaloso y rojo fluir emanando del pequeño corte, que mantenía sin taponar
para acrecentar el efecto de la lógica hemorragia.
Las cámaras captaron el incidente, que no puede ser
plausible pues no tiene justificación alguna, pero que a más de uno de estos
que utilizan el modus operandis de servidor público, para de paso optar por el
beneficio propio, para desgracia de la sociedad, le viene bien, de vez en
cuando, que sienta en sus carnes morenas algún que otro varapalo.
Muchas personas lo están pasando mal y están cansadas de
esperar una respuesta a sus problemas, y cuando se las torea demasiado, aparece
la desesperación capaz de llevarlas a lanzar, acompañando los insultos
merecidos, los pancartazos, a siniestros, nunca mejor aplicado, y diestros, en
mantazos y bajonazos.
A veces, esos accidentes de dos puntos de esparadrapo, agua
de Mayo, les vienen de perlas para salidas airosas, a los damnificados, pues de
ella sacarán punta, incluido el humor grafico, que les llevaran a convertirlo
en un mártir, por mor del incidente, que como los del Chavo fue “sin querer
queriendo”.
Esta vez el Mayo fue
sangriento y le condujo a la enfermería,
dejando vivo al morlaco que tenía en los medios emplazados, y al inoportuno
espontáneo en los cuartelillos.
Lamentablemente nos privaron del repertorio de pases por
alto y estatuarios a los que penosamente nos estamos acostumbrando. ¿Qué
adornos nos tendría preparado de no haber tenido lugar el incidente?
Me imagino el planchado engaño de la prosa grave del
rapsoda, salir del magafono de mano de mil arengas, volando por los aires entre
el abucheo del respetable.
Como los facultativos le permitieron, por la levedad del
varetazo, la salida del centro sanitario,
cuando todo había concluido, dejó a la afición sin tener que soportar,
una vez más, las tediosas faenas de aliño, vacías de contenido, sin transmitir
ni pizca de emoción con pases aliviados,
y no precisamente para la andanada de Sintel, que si chorrea sangre, y no por
voluntad propia, más bien por el
sacrificio al que los someten. En otras ocasiones no falta alguien que, en
lugar de un listón, le entre el deseo de, al escuchar lo de la playa, utilizar
una toalla bien empapada que además no deja marca.
Sevilla a 1 de Mayo de 2003
Francisco Rodríguez Estévez
El dirigente sindical de izquierda sufrió el ataque de un
trabajador de Sintel desesperad, y el señor alcalde pide a los sevillanos que
en los ultimos dias de feria, que tantos visitantes vienen, se vayan a la
playa.
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