viernes, 5 de diciembre de 2014

El vacío

Sin duda esta ciudad está llena de historias y leyendas donde lo cierto y lo inventado se mezclan para no saber nunca, a ciencia cierta, lo acontecido. En especial son aquellas, que teniendo tantas versiones, que cuesta saber la verdad, de donde empieza y como acaba, hasta a los más eruditos historiadores.
Sevilla forja continuamente historias que se convierten en leyendas. Últimamente se está obrando una que siendo más verídica que las que cuenta el humorista, es tan increíble que más bien parece una mentira, una broma, un chiste.
Tristemente pasó a engrosar la lista de aquellas que por la seriedad del asunto, no son resueltas por los gestores públicos, que las eternizas al no encontrar una correcta solución, y que el pueblo las ironiza para convertirla en algo grotesco.
La leyenda suscitada forma ya parte de la historia más negra de las que acontecieron en la trama urbana y comercial de su centro histórico.
Imagino, cuando pasen los años, que pensaran de nosotros los ciudadanos que la habiten, contemplado el enclave, conociendo la historia y la leyenda que resulte con el paso del tiempo.
El tiempo se encarga de desvirtuar todo lo que se transmite oralmente. La historia se altera por la propia visión de quien la escribe, siendo por lo tanto siempre inexacta e incompleta.
La Encarnación llegará a ser alguna vez, si alcanza la recuperación de su mercado, un punto referencial de esta ciudad, y sus entrañas guardaran su rico pasado. Se escribirán libros, y se transmitirán sus leyendas de Hispalis, de Isbilya, de conventos y franceses, de placeros que ocuparon un solar para convertirlo en plaza de abastos, y sus mutilaciones hasta hacerlo desaparecer, incluso se contara la más negra de todas las historias, llevar treinta y un años siendo tan solo un vacío.
Las futuras generaciones no llegaran a entender nunca como fue posible que esto sucediera, en el centro de la ciudad.
Cabe preguntarse si pensaran que fuimos tan torpes, tan indolentes, tan ineptos que llegamos a permitir que durante tanto tiempo el corazón de la capital de Andalucía, estuviera convertido en una vergüenza que no avergonzaba a nadie.
Es de esperar, después de todo, que si se hace algo, tampoco nos sonroje. Pero eso será mucho pedir, y lo mismo tenemos otra historia, que de no ser negra, al menos que sea rosa.

Sevilla a 20 de Agosto de 2004

Francisco Rodríguez Estévez

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