(2.006)
Hace algún tiempo que en mis manos cayó un viejo libro de
ciencias políticas, seguramente editado en un tiempo sin libertades, pues
carecía de la hoja de la fecha de edición.
Lo encontré cerca del contenedor de basura, lo que me hacía
suponer que lo habían tirado. Parecía ser un libro de texto de Universidad. En él
se describían utópicas reflexiones, lo que me permitió hacer las mías cuando
leí aquel párrafo en el se justificaba el deseo legitimo de alcanzar el derecho
individual de cada persona para lograr un puesto de gobierno en democracia.
Decía que para ello bastaba tener la preparación suficiente
para el cargo que se propone, la responsabilidad en el ejercicio público, y sobre
todo el respaldo de los ciudadanos. Por un momento imaginaba un pueblito
pequeño, donde todos conocen a todos, donde sería fácil saber de la honradez
del candidato, de sus pretensiones, de sus ideas, de su preparación, de su
dedicación, de su firmeza, de sus capacidades y sus debilidades, de sus
convicciones.
Más adelante calificaba de ambición al legitimo derecho de
quien pretende permanecer en ese lugar, que algunos llaman privilegiado, siendo
un lugar de servicio a la comunidad. Lo que hace suponer que no hay tal sacrificio y se empieza a
sospechar de mas que legitimo derecho predomina la ambición.
Similares palabras, las llegue a oír en boca de quien ocupó
relevancia en la vida publica, cuando era un joven prometedor, si bien estas se
atribuyen a Platon, hay quienes afirman que corresponde a Dictum de Alton, pero este le ponía tal énfasis
que parecía que las acababa de acuñar “el poder corrompe, el poder total
corrompe totalmente”, y lo sorprendente es aún sigue en la casa de los leones. También
tenemos ejemplos en el Hospital de la Sangre, y en la Casa Grande de San Francisco,
incluso en el cuartel de Intendencia.
Continuar es una tentación de difícil rechazo. Pero, acaso
deleitado por el efecto de la experiencia, ¿como pretende la sociedad que
abandone todo aquello? y después de
tantos años abnegados se reintegre a su
trabajo, primero poniéndose al día en su abandonada profesión, y luego
enfrentarse al escueto sueldo de antes, olvidando el caudal que regaron los
cultivos de tan fértil huerta.
Cabe suponer que la referencia a la “higiene”, no era la que
lleva al aseo con ese llamado bien escaso, líquido transparente, inodoro e
insípido, por más que se laven las manos.. Cosas del riego.
Sevilla a 18 de Enero de 2006
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