Desde Diciembre
Pasaba inadvertido en aquel estruendo de batucada inaugural de 2009, salvo por el
pestazo que impregnaba el festivo ambiente, y no solo por la salida del ponzoñoso aire caliente tras la
puerta plegable de la sinuosa calle, ya que aun era peor el que expandía un
deficiente sistema de climatización sin renovación de aire que con seguridad
podía provocar cualquier enfermedad.
Era el laberinto bajo setas, todo un peligro.
Al tiempo de cumplirse la década, aun persisten las salidas de aire sin
renovar y los continuos desatascos, junto con el repugnante aire caliente de bienvenida.
En este Diciembre de Covid19, cuando ya en
China era pandemia, lo que llevaba curso de ser un simple catarro como que se resistia, más cuando el fonendo no
detectaba ningún signo de preocupación, y la persistente tos no daba tregua, fué entonces cuando el
catarro alcanzó galones, y los paracetamoles se hacían insuficientes.
El consejo del medico es tapar la boca, y evitar el frio, mas si se tiene
conocimiento de que la climatización no tiene filtros. Solo la tos expulsa la perla que inicia la DIARIA mejoría.
Ya en mediados del mes
de Enero de este año de la pandemia, cuando el año chino de la rata comenzaba, hacia un
uso reservado, casi privado de la mascarilla, y con el complemento de una medicación
de aspiración dieron comienzo a la
mejoría, que complementaba con echinacea y miel.
Sin duda la máscara era
fundamental al objeto evitar que llegaran a los pulmones todos los posibles
contaminantes que por colonias se podrían reproducirse en los filtros del
deficiente sistema que instalaron en el laberintico mercado.
Después de llevar tanto tiempo en el uso de la protección
que ahora se hace obligatoria, la mascarilla forma parte de mi propia seguridad
y por extensión queda demostrado que su uso es fundamental para evitar los
contagios que especialmente este coronavirus
puede causar.
Hoy tras los muchísimos días que embozo mi rostro, la
mascarilla me ha producido una fatiga hasta el momento inédita, pensando que ya
estaría acostumbrado a soportar esto, sabiendo los estragos que solo se sufren
en las ucis, en el coma inducido y con un respirador que destroza la traquea.
Funciona la infusión de jengibre para soportar la nausea
babosa que impregna la mascarilla con el paso de las horas, nada mejor que
cambiarla por una nueva de color blanco. Una tregua.
Faltará muchos meses en encontrar una
vacuna eficaz, y otros tantos más en los que la mascarilla sea lo único que
ponga a raya tan mortal enemigo.
Hoy
hace mucho calor, todo indica que es un buen aliado, pero dificulta llevar en
estas temperaturas una respiración que resulta agotadora cuando se lleva tapada la cara durante tantas horas.
No deja de ser preocupante que la maquinaria del fanal, un
capricho de 123 millones de euros, donde
los atascos semanales ya deberían de tener alguna solución, y qué decir de los
filtros del obsoleto sistema que permanece sin renovación de aires, algo que
desde la aparición del coronavirus han venido llamando la atención del peligro
que supone respirar en estos lugares, y que por días pasa sin que nadie entienda lo
peligroso que puede resultar una contaminación en este espacio publico…………………..
Se hará harto difícil que no suceda nada si nada se hace, de suceder algo alguien ganará, y nadie quita
que no sean los pobrecitos placeros, bastante hacen con taparse nariz y boca.
Sevilla a 17 de julio de 2020
Francisco Rodríguez Estévez
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