En puerta
Cada día que pasa sin cumplirse la Ley de Accesibilidad en
lo de la Encarnación, evidencia que ni existe en la responsabilidad la menor
intención en cumplirla.
A esta plaza
municipal de abastos se diría que desde in principio no le fue bien las
actuaciones tanto de la concesionaria como las del laxo concedente consistorial,
por cuanto ambas responsabilidades vienen ofreciendo continuas muestras de
indolencia en el amplio número de obligaciones que les corresponden. Todo lo
contrario ocurre al mayor interés que para la oposición municipal ha
significado este micologico conjunto, con su plaza municipal de abastos, donde
los horrores y errores hacen que ni exista parangón. La oposición, siempre con
la Encarnacion.
Lo de la puerta automática, evidentemente colocada a ser
posible en la travesía central, y no solo por motivos de idoneidad y
optimización del laberintico recorrido dentro del galimatico diseño, ha tenido,
o al menos eso parecía, gran interés en
todos los candidatos a la caoba del bastón. Cierto que mientras eran candidatos.
Las distintas
visitas, siempre de la oposición, hacían pensar, solo pensar, que llegado otro
momento si alcanzaban la gobernanza lo mismo ni hacia falta de recordarles todo lo que tendrían que llevar a cabo en lo
de la Encarnacion, plaza de abastos municipal, tanto lo de la colocación de esta
puerta, como otras tantas actuaciones y no solo por el cumplimiento de la Ley
en el conjunto transgresor, así como por la optimización del recorrido en la
plaza municipal de abastos.
Lo de la Encarnacion no deja de ser un asunto que solo la
oposición sabe ver, y en todo caso nunca acierta a ver la responsabilidad
cuando la concesionaria realiza actuaciones que incompresiblemente no se le
exige de tanto estudio como la que al parecer se hace necesario para la instalación de una
puerta automática en la travesía central del la plaza municipal y con ella
poder cumplir la soslayada Ley de Accesibilidad, de tal suerte que en
consistorio concedente permite al
concesionario que a su mayor provecho la calle publica se convierte en bar de
copas, con una seria alteración de lo proyectado por el arquitecto, cuyo
interés cultural se basaba en que las ruinas de Hispalis pudieran ser
contempladas por los viandantes, y ahora resulta que la barra del bar incluso la aparta de la vista
a los propios clientes.
Es de nota llegar a saber hacia dónde mira, y lo que llega a
ver esta administración sí es que de verdad acierta a ver algo, eso si que requeriría estudio, dado que entender el contrato de partes en la adjudicación
ya hace dudar que la gestión municipal de la plaza de abastos, cuando el
concesionario realiza funciones que supuestamente corresponderían a la Delegación de Consumo como responsable de
la gestión de esta plaza municipal de abastos, modificando usos, cambiando
licencias, o llevando a cabo alquileres
a la baja, creando desigualdades en los usuarios, solo como muestras.
Sevilla a 1 de Febrero de 2017
Francisco Rodríguez Estévez
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