martes, 28 de junio de 2016

Resultado de imagen de los clarines del miedo
A los hules

No le va el calor a la plaza de placeros, ni le fue en la provisionalidad de asbesto, ni en lo de las setas de abetos, lo suyo después de lo pasado debe de ser la refrigeración.
Y es que con tanta modernidad como que no hay forma de que se acerque a amor de esta lumbre el alejado publico y cuando lo hace, el poco que intenta dar con la entrada, pues le calentamos con vueltas a un ruedo insufrible.
 De siempre me gustó poquito el verano, por cuanto si no tienes más remedio que quedarte en esta plaza, sin duda notaras que el público se marcha como quien dice a los baños, o cuando los menos, se quedan en casita y el consumo de tapitas por la noche resuelve a la señora el meterse en la cocina, que es lo que requiere los negocios de alimentación, y de paso evita el fregar, incluso pasarle el pañito al hule.
En esta plaza  de abastos que a semejanza de coso de toros y toreros, el estío ha marcado con sus clarines el último tercio, parecía que la lidia llevada a cabo en el primero tendría la puerta ganada. En el segundo aparte de la creatividad realizada en los embroques resaltaba en cada lance de quites, el arte por cómo se llevó el primero. Ahora en la suerte final de “espadas” solo queda el acierto para abrir la puerta, la mas afortunada, aun temiendo que en cualquier derrote se abra los pestillos de la que lleva a los hules.
El tiempo de los tercios no hace crecer la velocidad en esta corrida en la que abrir la puerta tanto significa, y los avisos, en lugar de tocar pelo, pueden llevar a cortar el falso aplique de tantas temporadas en activo.
 El tiempo se apura, en este último tercio de una postrera faena, y sin espada la estaquilla solo permite realizar ayudados mientras con la vista se recorre el filo de las tablas para reconocer al mozo de “espadas” en el callejón, que lo mismo ocurre aquello de que teniéndola en la mano, escondiéndola con la derecha, la plástica del natural mejora incluso la del doctor, que dejo la diestra para el arrastre, tal como merecería el morlaco de la mala suerte, para llevarle hasta el desolladero.
La lenta faena casi duerme en la canícula del silencio, como calle desértica que no encuentra la salida. Por el momento hay que esperar que pase este largo verano tedioso, y en el repertorio apenas queda pase que no sea de adorno que son aquellos que te llevan a los hules, sin ni tan siquiera haber montado la “espada” para  alcanzar el triunfo de abrir la puerta.
Resultado de imagen de cornadas en quirofanoEn la plaza municipal de la Encarnacion, plaza de abastos, se agota también el tiempo de este último tercio de dos años, como para que se lleven seis años seis, como terroríficos Phalas, como durísimos Tulios, como astifinos Albaserradas, peligrosísimos Miura, o Murteiras Graves, que fueron seis y este tercio final viene marcado por el tiempo en el que la “espada decidirá, si la faena mereció abrir la puerta.
 Los clarines han sonado y con tanto peligro pasado hace sentir que esta vez no suenen a miedo más parece que sea de júbilo septuagenario, y en tanto llega ese 17, que suma ocho, y que tiene marcado el destino con la chequera preparada a tal fin, que digo que lo mismo será como abrir la puerta y salvarse de los hules. Que dura está siendo la corrida.
Sevilla a 28 de Junio de 2016

Francisco Rodríguez Estévez

sábado, 18 de junio de 2016

Como dijo el doctor

Aparte de decirnos que solo era medico, cosa cierta, cabe resaltar que merecería ser esculpida aquella de que lo de la Encarnacion no se explica, porque no se entendería. Por cierta es esta la frase lapidaria donde las hagan la que cobra todo el sentido después de pasado más de ocho años.
Acaso fuera esta la única respuesta que cabía sobre las explicación que los medios le solicitaban acerca de lo que se estaba haciendo en lo de la Encarnacion, donde justificaba “aquello” debido a los años de abandono del solar, y la degradación del sector comercial por tal motivo, y como si tal cosa tuvo a bien considerar que allí no se podría hacer otra cosa y por lo tanto tampoco cabía mas explicación, pues no se entendería. Y se quedó tan pancho.
El tiempo le ha dado toda la razón, lo de la Encarnacion no hay quien lo entienda, ni tampoco se explica. Ya en el principio era rarito, incluso que tuviera dos concursos para adjudicar la obra, y qué decir del polietapico final de inauguraciones. Más de cinco años lleva la plaza municipal de abastos inaugurada, y cuesta encontrar si alguien conoce la superficie de esta que como no puede ser de otro modo tiene la titularidad del Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, y que ni decir tiene que a simple vista más parece que ni miraron el propio reglamento en vigor.
Si galimatico resulta la cota cero, la del laberintico mercado, de calle sinuosa con puertas anuladas, bar de copas en viario público  (según proyecto) con vistas al Imperio, (antes de convertirle en papelera), y otras zarandajas de modernidad, como salidas de aire caliente en lugares poco propicios, goteras en los accesos, y veladores con carpa obstruyendo la visualización de estos, no se queda atrás, la cota menos uno.
Ya dividida en dos partes, de una la calle comercial con escalinatas y rampas conducen a la musicalización del pasado de la ciudad, con salida a dos edificaciones de forma cubica en calle Imagen, con rampa de frustrado aparcamiento, y de otra para la zona de carga y descarga y servicios de la plaza de abastos  compartidos con todos los servicios agrupados que en este lugar vinieron a instalarse por lo que resulta más que difícil discernir a los usuarios y que decir su aplicación en el capítulo de gastos.
Así nos encontramos con el contrato de concesión del Metropol, donde la plaza municipal es de gestión pública, teniendo la concesionaria, cabe suponer que en contrato de servicios, el mantenimiento, conservación y reparación, limpieza, y vigilancia, que llevaran incluido los de fungibles, agua y electricidad, y seguros. Mas solo puede ser conjetura, pues si no se explica, como diría el doctor no se entendería.
Sevilla a 18 de Junio de 2016

Francisco Rodríguez Estévez

martes, 14 de junio de 2016

Resultado de imagen de puestos de pescado con mucho frio
La bufanda del pescadero

Con las claras de estos días de un incipiente verano que hace ver en las luminosas mañanas como calentará el Sol, llegar hasta el laberinto es algo ya de por si desagradable, pues en la misma boca de entrada que en lugar de estoma parece que sea cloaca de esta ovípara serpiente, donde el bicho suelta todo el fétido bajío como dando una bienvenida justo donde quedo emparedada la puerta modernista.
A pocos pasos tratando de evitar el pestoso rebufo, acercarse al cristal puede acarrear que el desague mal instalado del parterre de la azotea descargue todo el agua de sus goterones en la puerta de arco, antes de advertir todo el calor que se recibe en el sinuoso pasillo donde a primeras horas se procede a la limpieza del mismo para que al menos las colillas y suciedad amontonado en la noche por los clientes de los negocios anexos, no causen peor sensación a los que intentan llegar a la laberíntica plaza de abastos municipal, donde la deficiente instalación para la refrigeración de un aire de mil vueltas y sin renovación hace que lo mismo unos placeros sientan el calor del aire viciado  y el pescadero tenga que colocarse la bufanda.
Resultado de imagen de carniceria en marruecos
Es pues la bufanda del pescadero lo que hace ver la malísima instalación por cuanto la regulación nos hace ver cuanto sucede en el interior del laberinto, y no solo por los placeros que huyen, o intentan huir de unos gastos devoradores, donde el público es un bien escaso, donde  convertir una calle publica en bar de copas ni tan siquiera baja el prorrateo de tantas partidas compartidas en servicios, ya sean higiénicos, o de transporte.
Por supuesto que el de aparcamiento sigue vedado a la voluntad caprichosa del encargado de mantenimiento, que por cierto en el cuarto de relés térmicos y cuadro eléctrico, comparte oficina con el servicio de seguridad que también es compartido.
 Las setas, aparece como icono de modernidad en los cromos del campeonato fútbol de Europa, penita dará ver a los turistas buscando la puerta automática, esa que es obligatoria por Ley, con excepción de lo de la Encarnación, plaza municipal, pues como que olvidaron de colocarla, pero eso hace para seis años, en la actualidad poca explicación tiene, viene a ser como la bufanda del pescadero, que con un cierto amargor asevera con buen saber que de seguir la cosa así poco a poco, todos no vamos a quedar “helados” y no será precisamente de frio, como bien sabe la concesionaria y el concedente. Que duro va a resultar el verano.
Sevilla a 14 de Junio de 2016

Francisco Rodríguez Estévez

viernes, 10 de junio de 2016

Resultado de imagen de neurologoTres semanas después

No me había hecho ilusiones, pues el sistema lo hace mas que dificultoso siendo algo tan sencillo, pero es cierto que a pesar de todo albergaba la esperanza, ya que puesto el asunto  en conocimiento de una nueva responsabilidad, distinta a las anteriores, y que esta mostraba tal grado de interés por el asunto que parecía que se pudiera solucionar. 
De hecho, lo de la puerta va para más de cinco años  y medio, en cambio lo de la mordida se está acercando al medio año bisiesto,  y es nada menos que el del mono de fuego de los chinos (el que abre puertas y heridas) que otro podía ser.
Pasadas las tres semanas después de la entrevista sostenida con la responsable nada hace presagiar el futuro que el mico augura (abrir la puerta), por más que fuera bajo la micologica cubierta de madera donde se consume como rescoldos la ilusiones de unos placeros que no ven salida en el galimatico laberinto, por lo que fácil sería empezar por la puerta.
 Cuatro semanas después de la visita al cirujano al que era perceptible ver que mas tenia de cierto mosqueo por el sistema, que interés sanatorio y a nada, a primera vista, no hace otra cosa que enviarme al plástico, al mismo tiempo que ni remite el continuado dolor al tacto, posiblemente con indicios suficientes, según otros galenos, que tengan un origen neuropatico, y a todo esto con las premisas con notificaciones de otras citas enviadas por el sistema para que valoren el alcance del problema, pero que por el momento este se encuentra como lo de la puerta automática de lo de la Encarnacion, que ni dan soluciones, y en esto de la punta, como que tengo el palpito del herido anular que  pasado tanto tiempo  posiblemente ni se le vea la mas minima. El trámite es el trámite.
Me ocurre con la herida del dedo, al tener toda la sensación que este tumefacto anular acumula toda la intención de querer escapar , y salir como un glande hinchado de la piel estrecha de un prepucio que le aprisiona al menor intento por asomarse tal que fuera por una puerta inexistente y quedara cegando todo intento.
Cuando me visite el médico que conoce la evolución de la mordida que me tocó padecer en parte por la desatención en aquel momento que se requería y en parte por dejar una herida durante tantas horas esperando una intervención que se presumía fácil, pues …..al igual que lo de la puerta está visto que las intervenciones fáciles nos hemos propuesto hacerlas siempre lo más difícil posible, por esta vez, siendo martes como el planeta rojo y mi henchido dedo, le haré hincapié tal como me aconsejan cuantas personas lo muestro que me remita al neurólogo de la casa. Digo, que por cambiar.
En cuanto a lo de puerta automática, pues parecía que el cumplimiento de la Ley de Accesibilidad sería motivo más que suficiente , para no tener que realizar los partes de guerra tal fueran a enviarse al  mismísimo Marte, que por aquello de protector de las plazas de abastos sería mejor a Mercurio, aunque esté prohibido en los termómetros. Al final todo es cuestión de medir, que diría Priapo, pero me temo que hay demasiadas cosas que se hace imposible, y no solo el tiempo, pues al parecer si miras una estrella, dicen que se hace en el pasado.
 Eso siendo la buena, ni me imagino la mala. Que son tres semanas, o cuatro, ¿Un mes?
Sevilla a 10 de Junio de 2016

Francisco Rodríguez