viernes, 25 de noviembre de 2016


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Echar cuenta

Lo cierto es que para nada se le echo la cuenta que requería a lo que estaban haciendo, cosa normal en los placeros al parecer  siempre ocupados, y confiados de que siempre alguno la echaría.
Tampoco se echó la cuenta, que cuenta, cuenta que otros intereses hacia.
No echar cuentas, ni echar cuenta  viene a justificar la desatención que aquello merecía por parte de estos damnificados bajo chapa,  por no echar la cuenta que deberían de haber tenido, a tenor de los muchísimos ceros que aparecieron en la cuenta de resultado.
Cuenta de números rojos, como no podía ser de otro modo, cuando los que echaron cuenta la echaron para otra conveniencia, interés que lejos de la cuenta que deberían de haber tenido los pobrecitos placeros con la cuenta que le endosaría aquello, esos otros que echaron cuenta de la cuenta que echaron para ellos.
Después de seis años en la laberíntica plaza municipal de abastos que le hicieron bajo las setas a los placeros de la Encarnación de diría que existe el parecer generalizado de que las cuentas no salen,  y tendría que tenerse en cuenta del porque no se echa cuenta, de las que hay que echar, o al menos cuentas de atender lo que se desatienden, y también las que hay que echar para evitar el tremendo desajuste de gastos y ventas en la que la falta de público no es el único problema, pues  si se echan cuentas debe de encontrarse los motivos, y entonces pueden salir no sin dificultades.
Echar cuenta de la falta de clientes, significa que empieza a echarse cuenta del desesperanzador futuro que aguarda echando las suyas.
 Si de verdad el Ayuntamiento hubiera caído en la cuenta que por no hacer cuenta, si  las hubiera hecho sería con la prueba del nueve, que por no echar cuenta....... se las hizo la concesionaria, y si esta la hubiera hecho con seriedad lo mismo no le salían en la temeraria baja  por muy inflada que se contabilizaran las partidas donde ni se echaba cuenta.
Resultado de imagen de banca en la entigua romaHoy echamos cuentas de unos costos perversos para unos malos negocios que no cuentan para ninguna de las responsabilidades, y se cae en la cuenta la falta de público en este espacio anti-comercial de galimatico diseño y caprichosamente laberintico como para llegar a pensar de qué se trata de una plaza municipal de abastos. Hoy es fácil darse cuenta de que el sector despoblado y con una demografía cargada de años, junto con la falta de aparcamientos para facilitar la llegada de clientes y con un servicio municipal de autobuses que los aleja, situándolo mas allá de los doscientos metros, distancia máxima, según los estudios de viabilidad para alcanzar lo que se denomina compra-placer, por lo que las cuentas viene a estar mal dadas  a menos que sea intención clara de concedente y concesionario que las cuentas no le salgan a los pobrecitos placeros. Cuentas para echar.
Seis años, seis, tiempo suficiente para demasiadas cosas y en el ayuntamiento concedente y el Sacyr empresa concesionaria, como que no han tenido en cuenta, ya por ninguno asume que sea cuenta suya, llevar a cabo una mínima acción paliativa que favorezca a los damnificados placeros. Acaso no han caído en la cuenta de la aleatoria colocación de las pesadas puertas, lo que evidencia la cuenta que echan. Acaso no se dan cuenta del deterioro comercial que  padece por días aquello, o cabe pensar que aquello no es cuenta suya. Y los placeros, los pobrecitos placeros, que cuentas hacen, que cuenta echan. Pare usted de contar.
Sevilla a 25 de Noviembre de 2016

Francisco Rodríguez Estévez

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