lunes, 19 de septiembre de 2016


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La licuefacción

Tenía que ser tal día como este de San Genaro que muestra su sangre liquida, cuando a poco mas se me hiela la propia cuando en centro oficial con citación  previa de fecha y hora,  el programa informático, hacia lo propio para enviarme cita en otro centro en otro lugar a kilómetros de distancia lo cual hacía imposible encontrarme en ambos, y es hoy cuando preguntado por informacion a la señorita vigilante del centro donde ser podría recabar la precisa  al respectos es ella misma la que se ofrece con uniforme, porra, y esposas al cinto a servir de motu proprio la respuesta a lo solicitado.
Así pues, por su cuenta u riesgo me facilitará la demora de una hora, tiempo insuficiente para tener presencia  de manera cierta, por lo cual pasado este tiempo de gracia, parece que el “programa” dará por fallido el acto y ……… ¿Qué puede pasar?
Resultado de imagen de sasEl caso es que hoy no podría ser atendido, ni siendo San Genaro. Todo sucederá mañana cuando en la ampolla vuelva a estar seca la sangre del santo patrón napolitano. No hay milagro que valga, justo cuando en esta ciudad se juega con la posibilidad de dejar a San Fernando, conquistador y patrón de Sevilla en laborable día, sin cita previa y fuera del programa informático, y lo peor sin tener una vigilante que tomando relevancia de funcionario cuando le hierve la sangre y se la juega dando minutos de demora antes de que salte impersonal mecanismo, como si hubiera cuerpo que estuviera en dos sitios, o se tuviera para darle dos festivos a la feria.
Poco antes de las once de la mañana cuando regresaba de la nula gestión de prueba, la sangre licuada de San Genaro era mostrada a los fieles y al mundo, la gente dice que se le puede pedir tres cosas lo que me hace pensar una, que me dé tiempo a llegar  en una hora tras acudir a la cita anterior, de inmediato a la salida del facultativo coger el autobús para que seis paradas después bajar y cruzar dos calle al objeto de hacer el trasbordo para tomar otro autobús que tras nueve paradas me dejaría a unos cien metros del centro oficial donde me aguarda la vigilante para facilitarme la entrevista medica, si es que el “programa” informático en tiempo no me remitió a fallido.
Ya le he pedido tres veces al santo que obra cada año el milagro de licuar la sangre depositada en una ampolla de cristal dentro de un bellísimo ostensorio de oro que se instale la puerta automática en lo de la Encarnacion, pero no está de más pedírselo una vez más, que sean cuatro, pues no son tantas si va para siete años que le insisto a un consistorio  cambiante, que en cada actuación en lo de la Encarnacion parece que se le helara la sangre.
Resultado de imagen de anibal gonzalez estomatologo
La tercera petición surge inesperadamente cuando un trocito del incisivo lateral deja caer su ebúrnea materia sobre la lengua, quiera el santo que tenga la consulta del doctor Gonzalez e hijos espacio para atenderme. Voy de inmediato y se produce que incluso estaba el patriarca, el doctor emérito, el muy  reconocido estomatólogo que no duda en reparar el deficiente marfil sustituyéndole em reconstrucción de filigrana por un duro composite que cuidaré con mayor interés si cabe. Ni una hora ha transcurrido y he vuelto para continuar esta para dar las gracias a San Anibal, que es como le llamo desde hace cuarenta y ocho años. Una hora, que es el tiempo que dispongo mañana para que fuera posible algo tremendamente difícil. Al menos me queda que dispondré de diez días para justificar que el programa me cita a la misma hora en dos centros distintos.
Resultado de imagen de licuadoraPor el momento salvamos el diente, mañana podremos comer solido, por un momento me temi que solo tomaría licuados. 



Sevilla a 19 de Septiembre de 2016-

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