martes, 2 de agosto de 2016

La cosa es como es

En la de la Encarnación no hay posibilidad de discusión, una vez que desde su ordenador al berlinés se le encaprichó poner a Sevilla en el mapa, y para ello recurrió como invento propio a utilizar las torceduras de diseño en esta Encarnación del disparate, tratando de erigirse en el nuevo príncipe de la curva, cosa que ya hicieron hace años y con bastante más calidad O. Niemeyer, y más recientemente F. Gehry.
Pero en esta Encarnación de encarnaciones lo suyo era aplaudir con fuerza la primera tontería que apareciera ( así lo escuche decir a un premiado arquitecto en sacro lugar), para que irrumpiera el papanatismo, y con los aburridos placeros palmeros animando y la oposición mirando al mar cara al Sol de poniente, pues la cosa terminó siendo lo que es. Una estructura de madera, sobre la que un mutilado recorrido metálico, hace que en verano aquello esté que arde, y cuando en invierno la humedad llega sobre el piso lo hace altamente resbaladizo y peligroso.
Resultado de imagen de lo de las setas de la Encarnacion de SevillaBajo la sombra un plaza publica y privatizada, sin servicios públicos, ni privados,  que acoge las cabeceras de manifestaciones, y donde en la escalera sur el turismo mochilero de invierno calienta los huesos de las personas nórdicas y enrojece los pellejos de las teutonas. Abajo con vista al pasado la ruina se muestra al fumaque y la copa. La calle ha desparecido.
El sinuoso callejón con sus modernistas puertas emparedadas para siempre, deja discurrir al caliente bajío que expulsa las rejillas de entrada, para que la ponzoña no solo se perciba al paso, sino que también se impregne en la ropa de cuantas personas la recorren.
Resulta inexplicable que cuatro puertas puedan estar tan mal colocadas, cuando no se ha realizado la lógica distribución  a lo largo de semejante pasillo, pero menos explicación tiene que después de más de cinco años ni tan siquiera se haya instalado una puerta automática, justo donde se olvidaron colocarla, un lugar que a diario ese turismo atraído por las setas busca angustiosamente un sitio lógico para acceder al laberinto donde esperan encontrar la privacidad donde poder relajar el esfínter anal y vaciar la apretada vejiga, aunque sea en la plaza municipal de abastos.
Pues a decir verdad comprar en la plaza municipal no es cosa de turismo, pero siendo tan adversas las políticas que se aplican en esta Encarnación, y después de mas de cinco años sin visos de rectificación, hace casi imposible que esta sea atractiva para aquellas personas que gusta comprar en las plazas municipales. Debe de ser por aquello de que la cosa es como es.
Es lamentable que el Consistorio actual lleve en este asunto de colocar una puerta automática en lo de la Encarnación, el mismo caminito que llevaron los anteriores, dejar pasar el tiempo. Lo peor es que saben, todos y cada unos de los concejales, de los cinco grupos que lo forman, que la Ley de Accesibilidad es una obligación, mas parece que para ellos fuera tontería.
¿Y los pobrecitos placeros? La verdad es que parece aun piensan que calladitos les va a ir mejor, acaso no saben que ahora se puede hablar y decir lo que se piensa, y que el tiempo del silencio ya ha pasado, por más que parezca que dado el dilatado asunto continúen sumidos en el.
Sevilla a 2 de Agosto de 2016

Francisco Rodríguez Estévez

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