viernes, 6 de noviembre de 2015


San Genaro
http://sevilla.abc.es/hemeroteca/historico-13-08-2002/sevilla/Sevilla/el-ayuntamiento-pierde-el-informe-de-proteccion-arqueologica-de-la-encarnacion_58498.html


Aquella bulliciosa ciudad está más que acostumbrada a las zozobras que, en cualquier momento, puede depararle el monte que la preside, aunque si bien este puede parecer adormilado, en sus ensoñaciones de humos, no deja de ser una amenaza permanente.

Sus resignados y laboriosos habitantes, al menos, viven tranquilos sabiendo que tienen el remedio perfecto para evitar su imprevisible cólera, y se encomiendan a San Genaro para que le apacigüe y les libre de los estragos de una caprichosa naturaleza.

Es un buen presagio que su sangre solidificada, dentro de una ampolla de cristal, se vuelva liquida a la vista de propios y extraños. Por un año más se acabó con la preocupación latente, y la tranquilidad volvió al cumplirse el portentoso milagro.

Esta otra, es llana y, excepto el gurugú, lo más que tiene son dos cuestas; la de entrecárceles hasta pescaderías y la del bacalao, donde las fumarolas tan solo pueden provenir de los incensarios cofradieros. El monte es de piedad y como no está libre de incertidumbres, el trabajo no se le pide al INEM, pues siempre se confía a la buena mano de San Pancracio, y el esperado milagro, está en que algún día se construya el mercado de la Encarnación. 

Cierto es que las plicas de oferta se abrieron justo el día que San Genaro, y una vez más se volvió a licuar su sangre y el pulso del pequeño borbotón comenzó a latir acelerado. El caso no era para menos, puesto que en este 19 de Septiembre, tuvo la casuística de las fechas, en esto de la Encarnación los mejores augurios, vistos los anteriores, y apareció el peri-c-7.

Ni que decir tiene que, a la larga lista de benefactores, hay que incluir los poderes inequívocos de este santo que ejerce sus efectos cuando la cosa está mas caliente que las chapas del provisional en pleno Agosto, y es capaz no solo de enfriar al emblemático monte, sino de dejar helado los flujos hemáticos de todos los agnósticos.

Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla,20-9-05

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