La campaña era como una llamada a la conciencia de aquel que
abandona su perro, como si fuera un juguete y lo deja en cualquier punto de alguna
carretera secundaria. Nada comparable con el fidelismo del animal, pues evidentemente
que el nunca lo haría.
Una campaña que demuestra que la persona en ocasiones es
irracional. ¿Acaso se detiene en saber que puede suceder?
Como cada año, como cada verano, aparecen por la zona un
mayor número de perros dejados a su suerte por sus dueños. En pocos meses hace
pensar que tanto la tristeza, la falta de alimento, la lluvia, el frio, y la
carretera irán diezmando la jauría que deambula asilvestrada conducida por los
ejemplares dominantes. Pocos resisten, y el grupo se reduce con los meses.
Cada vez que puedo deposito algo de comida por donde suelen
esconderse, es algo que realizo pensando en los pobres animales, y especialmente
para evitar que salgan a la cercana carretera donde aparte de que puedan ser
atropellados, y por cual motivo, no causen un accidente mayor, tal aquel que hace
muchos años le costó la vida a dos buenos amigos cuando en la madrugada camino
del trabajo se vino a cruzar la manada. Hoy leo la noticia de tres jóvenes han
resultado ilesos del accidente al evitar el atropello y que destrozó el coche
que conducían.
Será difícil que un perro abandone a su dueño. Este síndrome
del perro, el nunca lo haría, me ha recordado las misma palabras para quien a
la pregunta de que le parecía una cosa así, contestara que desde luego él nunca
lo haría.
Nunca lo haría. En lo de las setas, la hemeroteca guarda las
mismas palabras cuando esto ha sido
muchas veces preguntado, y la respuesta de que nunca lo haría se hace
patente.
Incluso el candidato las vino a sentenciar. El nuevo Alcalde tiene
previsto nuevas actuaciones para revitalizar estas que ya están hechas, y que nunca
las haría, por más que están pagadas por el erario público en un 83 %, en metálico, según
se desprende de lo dice la sentencia del TSJA.
Lo mismo si en la preconizada acciones a llevar a cabo, intentara
preocuparse por lo de la plaza municipal de abastos, digo que lo mismo es algo que debería
de hacer, y acaso este lugar decadente, donde aparte de los tres primeros
puestos que cerraron en el primer año, y otros dos que esperan cerrados a que
algo ocurra, sería mucho mejor hacer algo, antes que otras previsiones presuntamente revitalizadoras, ya que se hace difícil conservar
la tradicional plaza , hoy laberíntica, con los altísimos costos y gastos que
se soportan, y que a la vista está, ha llevado su valoración a la baja, y por tanto el destino de otros tantos placeros, y
cuando menos, de por lo menos otros seis que aguardan a que desde el ayuntamiento se tomen
medidas paliativas que revaloricen estos establecimientos, al menos para tener
una aceptable retirada, en cantidad similar a la que se aportó para evacuar la provisionalidad.
Ya el contrato con la concesionaria avisaba de que esto podía
suceder, por más que la oposición en aquel tiempo ni le preocupara el destino
de tanto dinero en setas, y menos el de
los placeros. La oposición nunca lo haría, es el efecto del llamado síndrome perro,
y el periodista, acaso con mas visión de futuro, vaticinaba, tras la lectura y estudio del contrato firmado por los placeros que en menos de quince años la plaza de abastos no existiría.
En el primer lustro el panorama sin puertas automáticas se hace tan duro, que más
se espera que cuando menos se haga algo al respecto, pues el número de bajas
tiene previsiones alarmantes. Aun así no es el momento de abandonar. Picasso es
comunista, yo tampoco.
La dura vida de perro, abandonado a su suerte por su mal dueño,
como la jauría que espera el hueso semanal, antes de que le llegue la mala hora,
y un día cualquiera quede aplastado sobre el asfalto.
Sevilla 13 de Octubre de 2015
Francisco Rodríguez Estévez
No hay comentarios:
Publicar un comentario