Nadie sabe los motivos, pero aparte de que las palabras de Monteseirin evidentemente fueran en referencia a la plaza de abasto como lugar “emblemático” para los pobrecitos placeros, claramente se deduce en las bases concursal que eran otras las intenciones, y se me hace que de aplicarse estas, el esperado mercado saldrá cortito, escaso, esmirriado, después de tantos años engordando la provisionalidad.
Con la propuesta de reducir el número de sus vendedores quedará
tan debilitado que es de temer que aquello pueda tomar cuerpo.
El esmirriado tomará sus medidas, si es que toma algo. El concurso de ocurrencias, ”amagrama” del ingenio, guarda celosamente los criterios de las valoraciones.
El esmirriado tomará sus medidas, si es que toma algo. El concurso de ocurrencias, ”amagrama” del ingenio, guarda celosamente los criterios de las valoraciones.
Las conjeturas y apuestas aparecen en este tiempo de espera.
Se piensa que con fuente dos puntos, sin fuente uno, con columpios dos puntos,
columpiándose más.
El mercado, la plaza de abastos de toda la vida, deja de ser
el meollo y pasa a ser como un complemento del todo, del todo a cien, ocurrente
e ideológico. Cincuenta puestos como numero clausus, ni uno más, es un importante dato de estadística cutre y seguir
con fuente decapitada no es buen comienzo.
La provisionalidad dura, dura y dura, y durará aunque digan
lo que digan los demás, y es que están dispuestos a todo, a lo que sea, para
que el pacto de progreso corte la cinta y descubra el azulejo, en los
cimientos.
Si miento, me volveré político del tirón, pero me informé
suficientemente bien de que se primaran otros elementos en detrimento de la
plaza municipal de abastos, del mercado emblemático, según el doctor Sánchez, y
es que convertido en el “esmirriado” soluciona la papeleta. ¿De qué? Alguien
saldrá chamuscado de este ardor por dejar a la ciudad sin una céntrica plaza de
abastos, obviando que esta es un espacio de servicios y un lugar público lleno
de contenidos, y no esa mínima expresión más propia del equipamiento de una
barriada, pero para nada lo que se pretende será un referente, tal como la
Boqueria de Barcelona, o el Central de Valencia.
Suele con cierta
frecuencia confundirse esto del Emblemático. La cinta de video no engaña, la
que conservo no tiene otra lectura, ni sesgándola, “el mercado de la
Encarnación será un mercado emblemático para la ciudad”, son declaraciones del
Sr. Alcalde, y no deben de ser confundidas ni manipuladas diciendo ahora, que
lo emblemático sea el lugar, tal como lo fuera durante los ciento cincuenta y
tres años de existencia de la plaza de abastos, pero no en los últimos treinta,
en que quedó convertido en un olvido para Sevilla, y una demostración palpable
de la incapacidad de los responsables públicos en este periodo. Y pensar que
creí que todo había cambiado.
Sevilla a 21 de Noviembre de 2003
Francisco Rodríguez Estévez
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