miércoles, 1 de julio de 2015

Resultado de imagen de manifestaciones ciudadanas en las setas
Una victoria, mil derrotas.

En los preámbulos de una jornada divulgativa de los logros obtenidos por la tenacidad civil, a la que fui invitado, tuve ocasión de conversar con uno de los actuantes muy brevemente sobre  lo de la Encarnación, de la cual no me cabían  dudas que se encontraba al tanto.
Cuando esto ocurría, tuvo a bien acercarse, para darle un saludo de cortesía a mi interlocutor,  quien  de paso me fue presentado como profesor este que rezumaba fragancia de rosaleda por cada vello de una cuidada barba.
Tal vez como broma, para la mía, tuvo la poco afortunada ocurrencia nuestro presentador de utilizar un inapropiado titulo, un calificativo como galardón jocoso, tal como “el enemigo de las setas”, que pusieron fin a la posible e incipiente relación de futuro con el epitimo cano, de presumible micologico gusto.
Resultado de imagen de manifestaciones ciudadanas en las setasAsí pues, con esto y tras el aborto de poder cambiar las impresiones, las pocas palabras que cruzamos fueron las del antagonismo.
No me imagino que movería a aquel supuesto profesor, que para defender a ultranza la opción que nos dejó el concurso de ideas, llegara “de entrada”, a realizar un premonitorio diagnostico, un dogma de fe, una consigna para proclamar que lo de las setas de la Encarnación será la panacea.
Posiblemente lleve razón, que aquello será la panacea para algunos, lo cual es cosa segura, como también es seguro de que ni una migaja le tocará a los comerciantes del mercado, y la que caiga servirá para que acaben por  despedazarse los que resistan.
Acertadamente le propuse que, si tal era su conocimiento de aquello y tan fidedigno su vaticinio que no dudara en sacarme de mi ignorancia, que me hiciera ver las bondades que mi ceguera me impiden ver, y me explicara las ventajas del botellodromo, del diseño del mercado-dedalito, de la costosa y epatante cubierta con su “planetarium” de bombillitas encendidas, y la terraza mirador, bien de cobre, bien de plástico, bien con la madera tratada con productos especiales, y lo de la cripta in situ, el museo candado, la estación del metro “Metropol” y otras zarandajas que todos sabéis, con lo cual, si llegara a convencerme dejaría mis erróneas convicciones, para convertirme de inmediato en su discípulo ideológico de estas modernidades.
No guardó silencio, y en la réplica se limito a invitarme a la próxima conferencia del mismísimo alemán, que tendría lugar en breve, y ahí acabó todo.
En el acto público que nos congregaba, se recordaron los logros de una sociedad civil, una victoria obtenida cuando esta persevera hasta conseguir que la administración rectifique atendiendo las peticiones que la ciudadanía expresan, naturalmente que esto solo sucede si es que le conviene pasar por el “aro”.
Las diapositivas mostraban a manifestantes con pancartas, cortando el tráfico, recogiendo firmas y otros métodos al uso, que por los años pasados la Encarnación, aun sin contar con la colaboración de los damnificados placeros, tiene la sociedad civil infructuosamente más que agotados.
Sevilla a 22 de Enero de 2006

Francisco Rodríguez Estévez

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