jueves, 21 de mayo de 2015

Treinta años y tres días

Nos las prometíamos muy felices y no pudo ser.  Cuadernos de Roldan, como conjunto de personas con compromiso ciudadano y el objetivo claro de difundir la Cultura a través de sus publicaciones había previsto entrar en el blindado solar en visita guiada por expertos historiadores, y poder contemplar, por fin, los trabajos llevados a cabo en la Pequeña Julia.  Lamentablemente está visto que no hay manera de penetrar más allá  de la panorámica de desolación que el ventanal, fruto de la exigencia, se ofrece a la vista en el acorazado solar de la Encarnación.
No faltaron los invitados a la cita, ni el Sol en la brillante mañana del cuidado acto, tras los días de aguaceros, ni tan siquiera los curiosos transeúntes sumándose a lo que acontecía.
Resultado de imagen de Excavacion en la Encarnacion de SevillaTodo a pedir de boca excepto el papel. ¿El papel? Mas de cien personas y no teníamos el papel, un permiso. La organización tuvo a bien que este fuera solicitado en tiempo y forma, por los cauces posibles e incluso por los de favor, y asevera que fue permiso concedido mil veces de palabra pero no llegó. El vigilante tiene la orden de no dejar pasar a nadie en este sábado siendo el único responsable. En su lugar una llamada telefónica, minutos antes de la fecha programada, para desdecir el prometido documento el dador verbal del mismo, persona del consistorio que  anula la debilidad de su palabra con un argumento infantil, por no llamarle infame. “Tras los días de lluvia el yacimiento arqueológico está intransitable”.
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Me pregunto qué pensaba el librador de la misiva telefónica. ¿Tal vez que la centuria de hispalenses que esperaba visitarlo realizaría un guateque sobre las teselas de los mosaicos de los pavimentos romanos?, ¿quizás que celebrarían una barbacoa en el ábside de la basílica paleocristiana? ¿Acaso que prepararían unos pinchos morunos en la casa almohade?, o se imaginaba que estos practicarían puenting desde lo alto del gran lienzo de muralla.
Lo cierto es que fue una oportunidad histórica para no esconder más la historia de tanta historia de ocultaciones, a menos que se encuentre otra explicación. Es cuestión de preguntar. Pero lo más seguro es que en lo de la Encarnación nadie tenga la respuesta.
Sevilla a cuatro de Octubre de 2003

Francisco Rodríguez Estévez

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