miércoles, 20 de mayo de 2015

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Principio de un posible final

Después de treinta años nadie confía que pueda ser el principio del final. Mil veces anunciado, y otras tantas cancelado, pero alguna vez tiene que ser pues ya va siendo hora y una vez aplicada la condena, no se puede permanecer más tiempo en esta enjaulante provisionalidad.
 Con seguridad no son los mejores meses para el inicio de esta fase de estudio, ni tan siquiera son los más recomendables  por los riesgos climatológicos, pero son los que son, y eso es lo que hay, para empezar.
El calendario para el emblemático salió romanó, con lo cual a diferencia del rosario de la Aurora de payos de un mismo pueblo, que acabó a farolazos, este calé en principio tiene buenos augurios.
Por mucho que tiro del refranero para ilusionarme con la idea de que sea posible, de que el pacto de progreso llegue a cumplir este compromiso, mucho me temo que, el inexorable Cronos, no sepa de tradiciones étnicas.
Perdidos los meses estivales de Julio y Agostos, homenaje a los emperadores, desaprovechados los apacibles días que regala Septiembre y Octubre, serán en los del bendito mes, otros le llaman dichoso, cuando se proceda a retirar las capas de tierra protectora, que nos guardaron la Hispalis romana durante siglos.
Posiblemente convertidas en un barrizal y anegadas por las lluvias recientes que nos traen las borrascas atlánticas, el pegajoso barro dificultará la carrera de plazos dado a tal fin, serán pues solo tres meses de arduo trabajo para operarios e historiadores. Escaso tiempo del que se dispone para concluir, mas si cabe, en un periodo en el que las negras nubes se acercan para llenar los pantanos.
Cada día de lluvia tiene dos de demora, quince días con lluvia nos encaja en el loco y carnavalero Febrero, veinte en el ventoso Marzo el de los idus, no quiero pensar que nos coja Abril, de aguas y fiestas mil.
Las cabañuelas vaticinan, para colmo, un año de agua, undebé mucar diquelarle y los mengües se guillen. (Quiera Dios que lo vea, y se vallan los demonios). Me temo lo peor.
Sevilla a 27 de Octubre de 2003

Francisco Rodríguez Estévez

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