miércoles, 20 de mayo de 2015

Resultado de imagen de ranas nadando en aguas verdes
Piscifactoría Roma, antes vivero

Cuando aun no era Roma, después de que fuera plaza de abastos, y el solar convertido en el aparcamiento que tanta vida le dio a la provisionalidad, y ahora abandonado, pues en la excavación el tiempo hizo del mismo un precioso jardín que incluso llegó a convertirse en refugio de feles.
Distintas variedades botánicas autóctonas germinaron sus semillas que transportaron los vientos y las aves, quedando alojadas en el interior de aquel edén  para invertebrados e insectos. Jauja para comilonas de la vecina colonia de vencejos del exterior y del paraíso de roedores, coto de gatos.
Cuando creció la micro silva, arboreto bajo plástico, y algunos arboles alcanzaron el porte que daban seguridad a las aves, empezaron los anidamientos tras los cortejos nupciales de apareamientos, para regocijo de las culebras.
La pequeña reserva se llenó de tanta vida que  también cobijó a volátiles rapaces e incluso la suelta de gazapos de campo, que se adaptaron fácilmente  proliferando en la abundancia, cohabitando junto a reptiles e incluso con el homo indigente.
Ha bastado el paron de varios meses, el de los bataches y las negociaciones de begín de begín, para dejar esta Roma al aire, esperando los chaparrones, para llenar melonares, para que las ranas, con lo caído, se hacen largos en la casa de las sectiles.
 La céntrica laguna, convertida en piscifactoría de inmaduros alevines anfibios, en estos tiempos de migraciones de las anatidas, se puede convertir antes de que llegue el proyecto del emblemático, en área de servicio para fochas y ánsares reales camino del coto, donde poder descansar, darse un baño, y degustar las deliciosas ancas a la romana, especialidad de la casa. Y es que la Encarnación no deja de sorprender.
Sevilla a 28 de Octubre de 2003

Francisco Rodríguez Estévez

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