viernes, 15 de mayo de 2015

Las conducciones

Parece que se deben embotar las conducciones en las seseras de los pensantes, cuando dejan de pensar con tan solo el oír su nombre. Resulta que a poco que se mencione la Encarnación, entran fatiguitas de muerte y tembladeras de inseguridades en las caobas, y en las doradas hebillas, pero como el palo no importa, leña al mono.
Bajo la piel de asfalto, las conducciones, como entramados de la vida, llevan las energías,  gas, electricidad, el agua,  y teléfono para las comunicaciones, así como las cloacas, conducciones hediondas, evacuan las fecales que la ciudad genera, junto con las que captan el agua de lluvia o riego, por lo que es vital que los conductos estén siempre en estado optimo para una buena circulación. En la superficie, el viario sufre de evacuación lenta.
El imperativo de las nuevas conducciones que se efectúan en las inmediaciones de la Encarnación, que por los devastadores efectos causados más bien merecería llamarles estragos, y por atentado al comercio, por lo menos kamikazes, ya que se trata de conductas más propia de estos insensatos pilotos, a los que habría que retirarle el permiso de conducción, borrándole todos los puntos del tirón.
Aunque en esta ocasión el cerco de obras, no tiene oblicuos ojos, amarillea el bermellón de la abnegada responsabilidad, que ocasiona tanto levantamiento.
Este ultimo mazazo dado al centro y su comercio, tiene tintes de homicidio frustrado en grado de tentativa, y resultará mortal de innecesidad, pues siendo tan justificable, en esta ocasión, y al parecer tan necesario como tan mal planificado donde hubiera bastado realizar esas lacerantes obras, con algo más de sentido, tal vez por fases, en lugar del método nipón utilizado, sin que tuviera que dejarse esta Encarnación agonizante por el seppuku, y su zona de influencia sin la fluidez vital del servicio público de transporte.
Justo hace dos años, tuvo lugar otro corte similar de este importantísimo servicio, que cada día permite acceder a miles de ciudadanos  hasta la Encarnación, el motivo en aquel caso fue la creación de la inútil rampa a ninguna parte de la calle Imagen, importante arteria de acceso, estrangulada inmisericorde, como hernia testicular, y cuya operación tuvo una duración de cuatro meses, para nada, y que alejaron a los usuarios hasta las paradas habilitadas en Ponce de León, y al provisional mercado le tocó la yugular.
Los cortes que se producen en este nuevo Agosto, siempre Agosto, un tiempo donde apenas quedan voces que griten tanto dolor, desangra la provisionalidad del malherido mercado sin que apenas se atisbe una premura de urgencia en cauterizar las calicatas y recuperar el flujo circulatorio de esos transeúntes ávidos de un paseo por el centro más solitario y menos comercial del mundo. Tal vez las prisas aparezcan  con el caos del tráfico que con seguridad llegará en Septiembre, con el otoño caliente de toda la vida.
Si algo debe de quedar claro después de estos experimentos peatónalizadores es que este por lo mas estudiado que se advierte, será un rotundo fiasco, si no se mantienen y mejoran los servicios públicos de transporte, y esperar con la paciencia inquebrantable que algún día se revitalice la Encarnación cuando se realice su plaza municipal de abastos, como Dios manda, y a la que cada vez le ponen más obstáculos, con los inventos y las tonterías que cada dia se les ocurren, y que sería conveniente ir al grano en esta ocasión.
 Porque lo del metro tiene dudas razonables, no solo por las conducciones, de que muera en la intervención, sobre el papel, o en el intento.
Sevilla a12 de Agosto de 2004

Francisco Rodríguez Estévez

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