sábado, 9 de mayo de 2015

Resultado de imagen de mercado antiguo de la Encarnacion
Diez del dos

Poca idea de lo que podría ocurrir en el tiempo, cuando los placeros dejaron su plaza de abastos, por años abandonada, para llegar a enjaularse voluntariamente, en ese rincón de la provisionalidad que ellos mismo habilitaron tratando de subsistir, para una vez demolido permanecer en activo al aguardo de la reconstrucción prometida que les devolviera, tras la expropiación, esa nueva opción de modernidad que se les ofrecía,
Pero era evidente de que ni el más optimista  se creyó para nada aquello de los tres años, que fijó la Administración para su construcción.
 Los mayores ya sospecharon que muchos no la verían en su nuevo aspecto, si bien los más jóvenes, pensaron que tras la transición política, que les  dio de lleno, sería cuestión de cuatro, tal vez cinco años más.
Resultado de imagen de antiquarium de SevillaPero nadie podía  imaginar ninguno de los descabellados finales que le prepararon, ni el tiempo que tendrían que esperar para, con toda seguridad, dar la peor de las soluciones posibles, tal como es la que la actual Administración pretende.
Entre los tubulares de efímera construcción y chapas de asbesto el Mercado de la Encarnación llega a un nuevo Octubre, el segundo del tercer milenio, para comenzar el sexto lustro en la más eterna de las provisionalidades, asfixiado por el cerramiento del perímetro del solar, cerrada al tráfico la única entrada, desplazadas las  terminales de transporte público y creando el más completo de los caos circulatorios, lo cual hará que en el lugar de celebrar un aniversario lamentable, padecerán un lamentable asedio.
Así pues  resulta increíble que después de tanto tiempo esperanzados en que alguna corporación democrática fuera capaz de resolver esta situación para muchos de vergüenza, y se terminara con este esperpento de mercado, escaparate de las dejaciones y de la indolencia de los munícipes, confiando en  el ofrecimiento de   alguna creatividad aunque fuera tomada de  las visitas oficiales que  tanto a Madrid Barcelona  y Valencia  se realizan, pues ocurre que a nuestros ediles no se les ocurre otra cosa que ¡izas!, por arte de birlibirloque hacerlo desaparecer, u aparece el capricho autorizado de una galería, fracaso en todos los intentos,  nada menos que debajo de  unos locales comerciales de nueva creación situándolos en los sótanos de ellos. ¿Acaso no son comercios los puestos del mercado?
Si se llegara a averiguar el nombre de la persona o personas que engendraron tan absurda idea, sugiero lo pongan en un azulejo, tan de moda, para que no quede en el anonimato tanto talento soterrado. Me inclino que esta idea lo mismo le sirve de mausoleo. Y es que no aprenden.
  
Sevilla a 1 de Octubre de 2002

Francisco de P. Rodríguez Estévez

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