domingo, 10 de mayo de 2015

De libre elección

Al igual que en la plaza de toda la vida elegimos  los productos que creemos más fresco, donde además sus vendedores nos ofrece la más amplia selección en las distintas variedades, cortes y especies, también comprobamos que su precio esté de acuerdo con nuestra economía y gusto, ya que  en las plazas de abastos se nos ofrecen múltiples  opciones, donde podemos elegir el más idóneo, no solo para su preparación culinaria.
Me pregunto por qué  igual  no podríamos elegir  los responsables políticos. Me recuerda que en mi infancia,  en la localidad minera de la que procede mi familia,  donde la empresa aparte de ofrecer a bajo precio vivienda a sus trabajadores, existía un economato donde parte del salario les era abonado con vales para adquirir los productos en el colosal almacen -magazine, de tal suerte que apenas quedaba otra opción, por lo que si querías sardinas y había júreles  pues tenias dos posibilidades, tomarlos o dejarlos, no había otra, así de fácil, contando con que  hubieran entrado y todo ello  tras guardar una larga fila de espera.
Qué decir de los productos políticos que se nos ofrecen en este economato, donde  lo que hay es lo que hay, además pretenden que se elija uno del exiguo escaparate, ¡para adquiridlo!
Desconfiando, recelo de la calidad, por tan alto precio, pues huyo de quienes me quieren hacer creer que  tienen generosas soluciones. Son otras mercancías a poner en cuarentena fuera de tiempo, de las que hay que dudar como  del que dice que la primavera llega en pleno Invierno, tanto o más que de los dudosos  “solidarios” piojitos tolerados, por aquello de gato por liebre. El drugstore  político tiene el género con fecha de caducidad, tan solo hay que mirarla, y no tan solo esta, sino también los ingredientes, fabricante y fecha de producción y envasado. Seguramente con todos los datos la oferta no será tan tentadora como se nos ofrece y lo más seguro es que nos salga bien caro.
Se dice que existe aun  el cliente fiel a  una marca, cuando esta siempre ofrece la misma relación calidad- precio, del gusto y  economía de sus consumidores. Bastaría  una pequeña alteración  en producción, precio, embalaje, para que rota la fidelidad, el consumidor busque en la concurrencia, aquel que pueda sustituir  al que por su deslealtad abandona.
 Es una lástima que en la  política no se sea tan exigente, y no se las mire a los ojos, como al besugo en su lecho de acelgas, y comprobar las agallas, tal como pescadilla mulata sobre el hielo escarchado, incluso acercando la nariz disimuladamente, en un control intuitivo y elemental de la idoneidad.
En el economato, político,  apenas  se ofrecen primeras marcas, solo tiene  los productos que hay, nos guste o no, la mayoría de las veces ofertan sucedáneos,  como en las cadenas  que llenan los buzones de correos,  perca del Nilo por mero, artesanía de surimi y teflan de marcas desconocidas, o japuta por salmón. Toda una lista para elegir. Por suerte  se dice que el mercado es libre.
Sevilla a 2 de Mayo de 2003

Francisco  Rodriguez Estevez

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