sábado, 28 de marzo de 2015

Cuatro años
Siendo algo tan evidente, era lógico que pensara que en nada de tiempo  estaría resuelto este asunto de lo de la puerta, de las dos que eliminaron del proyecto básico, toda vez que a las pocas semanas se tenía la certeza de la malísima ubicación de las que dispusieron, para que el ya de por si  laberintico mercado, por esta circunstancia añadida,  ya tiene tiempo despues de cuatro años, más que sobradamente probado para certificar que le hicieron  un recorrido anti comercial.
Claro que eso no sucede nada más en lo publico  y porque durante los cuatro años pasado no se ha tenido el menor interés por solucionar las deficiencias. En lo privado además de que se hubiera solucionado en el primer mes, le hubiera costado el puesto, a algún responsable.
Hoy hace cuatro años, y debería de confiar en el vaticinio  de la oposición, que me hace llegar que lo mismo la inauguración de la puerta sea un acto final de mi muy estimado y aun admirado Juan Ignacio, pues malo sería que además fuera cachondeo.
El cuarto aniversario ha venido a encontrarnos tres hijos de carniceros del antiguo mercado de la Encarnación, Manolo, el hijo de Ángel Gómez, no iba para carnicero, su vida encontraría  otros derroteros y ahora septuagenario con cierta frecuencia me visita para recordar cosas de la infancia, dentro de aquella plaza de abastos de nuestros juegos. Hoy coincidimos, mira la casualidad con el hijo de José Díaz.  Evidentemente que después de sesenta años no nos podíamos reconocer.  Su padre fabricaba unas excelentes salchichas. Hablamos, especialmente lo hizo más con mi amigo Manolo Gómez, pues tenía mas memoria, ya que sus padres además de compañeros eran muy buenos amigos.
 Trato de recordarle pero la verdad es que no,  y ni sabía que eran siete hermanos pues pensaba que solo eran dos, y  que estos eran algo mayores que yo.
 Ahora solo veo a uno, de vez en cuando, el otro murió en un accidente de coche cuando formaba parte de una comitiva de un acto político de los primeros tiempos.
Hoy les he prometido  que escribiría para recordar a estos carniceros de antaño, de los que tanto aprendimos, y también a otro entrañable del que conservamos la memoria tal como fuera Juanito Manzano con su delantal inmaculado,y las partidas de dominó en la mesa de matanza,  pues ahora ya no es tiempo para decirle a mi muy estimado y aun admirado Juan Ignacio nada sobre la puerta que el  no sepa. Ni que decir tiene, que si acertara la predicción  que me formula la oposición, cabe de temer que no le quede tiempo- Como a casi todos. Tempus fugit
Sevilla a 28 de Marzo de 2015
Francisco Rodríguez Estévez

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