viernes, 16 de enero de 2015

Puente, puente

Lo  mismo de tanto mostrar la forzada sonrisa de blancos implantes de porcelana, en la boca se le advierte el puente.
Puente, puente. Puente es lo que pide Juan Ignacio, puente para que la caja catalana revalorice la inversión que se permitió, no solo por el fuego.
 Fuego en el monte, fuego en el monte de piedad, donde los descubrimientos quedaron por descubrir. 
Si difícil es el puente, ni les cuento la puerta que Juan Ignacio no tiene la gracia de conceder para llegar a descubrir que la caja que pierde dinero no es un banco, que son las  cajas de los pobrecitos placeros tan maltratados por el franquismo, que por las cuentas "rosas" siguen en números rojos, y en el laberinto de los sueños, de los caprichos, las entradas son totalmente aleatorias, un lugar donde con solo un paseo por el galimatico interior se descubre todo lo que por las circunstancias se encuentran lejos de la puerta.Puerta, puerta.
Puente, puente. Qué gran interés para revalorizar un edifico que puso en alto riesgo llevar a la lista negra de Patrimonio Mundial a esta ciudad que tiene al maltratado turismo como  la mayor empresa, y que permite que se contamine sus edificios protegidos, Catedral, Alcázar, Archivo de Indias. 
Puerta, puerta, una puerta que hace falta, en lo de la Encarnación, y que buscan inútilmente los clientes para acceder, y para salir del laberinto, una puerta inexistente como para devaluar intencionadamente una plaza municipal de abastos.
Un lugar que soslaya la Ley de Accesibilidad, aun sin descubrir el altísimo precio pagado, en efectivo y especies, y que en otro tiempo fue arma electoral de candidato poniendo de relieve no solo lo el costo, también  el absurdo.  
Y así que con todo el tiempo pasado para colocar una puerta, que no es un puente, cuando menos, una vez que ha  llegado el momento, de que queda nuevamente convertido en lugar políticamente utilizable. Puerta, puerta.
Cuatro años sin puerta, cuatro años. 
El puente trae a la memoria la velocidad que se llevaba, en periodo pre electoral, elevando cada semana una planta de la torre que cuando menos, arquitectos de alta cualificación en nuestra ciudad escribieron el libro negro de la torre, donde quedaron dichas todas las irregularidades que al parecer según se lee se han producido, aparte de lo evidente que resultaba que con el mega-aparcamiento de los edificios podios, lo mas probable que sucediera fuera un caos de taponamiento circulatorio. Puente, puente.
Para la circulación dentro del laberinto de la plaza municipal de abastos, y evitar el caos interior tenían que haber previsto una mejor  colocación de las puertas existentes, y sin duda, la de la travesía central que más parece que fuera omitida, pues cualquier técnico en circulación de los espacios comerciales sin duda la hubiera colocado. Puerta, puerta, y ha ser posible un puente para esa boca, puerta de entrada de los alimentos, puerta de entrada de las enfermedades. ¡Un Puente! Un puente para masticar, para dejar de tragar

Sevilla a 16 de Enero de 2015


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