domingo, 25 de enero de 2015

Caducado

Hace justo cincuenta años se formó la cooperativa de comerciantes del mercado de la Encarnación, con el objetivo de una vez condenado por imperativo municipal ,y fuera derribado el viejo edificio, hacer que en lo posible, y a la mayor brevedad, disponer de uno nuevo ,tres años máximos) para que volviera el mayor numero de los comerciantes que en aplaste mayoría se afiliaron.
Era previsible que ante la imposibilidad de espacio destinado para el nuevo, de que retornaran todos los posibles, mas, eran tantos en su número que tuvieron que quedar dispersos en distintos lugares de la ciudad a modo de plazas provisionales, y en este objetivo fundamental de la cooperativa, se realizaron distintos mercados al objeto de cubrir los derechos de posesión que estos socios tenían como titulares de las licencias municipales de venta en el desaparecido mercado construido en 1820, y mutilado en 1947 donde quedó reducido a la mitad de la superficie original, para finalmente llevar a cabo su total demolición en 1973.
Con las bendiciones del cooperativismo que el régimen tenia implantado como sistema de creación de nuevas empresas apenas se escucharon voces defendiendo el edificio de ciento cincuenta años, sin protección patrimonial. Era tal el apabullante deseo de la mayoría, que por cierto no eran propietario, pues era evidente que con esta nueva situación sin propietarios,  una vez cobraron la pequeñísima indemnización, no hacía más que igualar el derecho de nueva ocupación a los 93 vendedores, socios de la cooperativa, que se pasaron media vida bajo las chapas de asbestos, del unas instalaciones provisionales que duraron once veces más del tiempo previstos de tres años, alcanzando más de 37, hasta que apareció esta cosa de laberintico diseño y galimatica disposición bajo las setas, que solo dio cabida a 38, por lo que de esta lamentable forma, quedaron zanjadas las cuentas con los placeros  que jamás hicieron las suyas, y nunca los demás se mostraron solidarios con aquellos que se iban quedado en el camino pues de siempre aplicaron la mutilación fratricida del cuerpo social en un erróneo proceder, a menos mas tarta.
 Una vez cumplido el objetivo social fundacional, habiendo quedado convertido finalmente en ese mínimo número de afiliados,  apenas un reservorio que no tiene razón de seguir por cuanto es en la Ley de Cooperativas andaluzas, y los propios Estatutos los que dejan claro que hace mas de cuatro años que se evidencia que su continuidad como cooperativa obedece a otros intereses, que como dijo el doctor Sánchez de la Encarnación, que no se explica  “Porque no se entendería”..
Viene todo esto a que,  por lo tanto, esta es una cooperativa caducada en sus objetivos, y que los representantes, como los  asesores, perdieron toda legitimidad, por más que su altruista interés en permanecer mas perjudiquen al desarrollo de los posibles nuevos objetivos que se proponga el reducido número de comerciantes, cada vez inferior por cuantos abandonan estos pésimos negocios, a tenor de la deficiente conformación del laberintico espacio, imposible para plaza municipal de abastos.
Con esta debilidad .difícil se hace tener que exigir a las dos responsabilidades que instalen la puerta automática, como primera acción de otras muchas carencias y deficiencias que  esta plaza municipal de abastos requieren ser atendidas. Es de temer que ni caso, pues después de tanto tiempo se interpreta que  saltarse a la torera la Ley, es cosa sabida.
Sevilla a 25 de Enero de 2015

Francisco Rodríguez Estévez

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