Un día de este pasado verano, mi compadre Juan que ademas de persona seria es mago, viendo que
me encontraba preocupado solventado una averia en la vitrina expositora que además
refleja la luz exterior para impedir que los artículos puedan apreciarse, pues como que mi enfado, enfocado a la
ausencia de responsables que se hicieran tal en este asunto, y por la falta de calidad de los
materiales del carísimo equipamiento, entiéndase que nada menos que unos dieciocho millones de las
antiguas pesetas es la cantidad que aparece como empleadas a tal fin en los
libros, contabilizadas en euros, por cada puesto de la plaza municipal de
abastos, que habrase visto cosa peor hecha. Pues eso, que mi compadre Juan vino a justificar el
deterioro que sufre aquellas instalaciones, nada menos que aduciendo a la
obsolescencia programada, cuando aun no se ha cumplido el cuarto aniversario.
Mas que programada se diría que la obsolescencia la traía incluida.
Evidentemente que nada se fabrica como antes, pues que decir
de mi maquina cortadora de huesos o la picadora de carne, que llevan en uso más
de cuarenta año, pues fueron adquiridas con la provisionalidad, y aclaro que mi
vida laboral alcanza en estas fechas los cincuenta y siete años, y que mi coche
lleva prestándome servicio, en la medida que colmata mis necesidades, desde
hace treinta y dos años, lo malo es que ya no encuentro un paragolpes de repuesto,
y malo lo tendré cuando se rompa un piloto. Ahora todo tiene obsolescencia
programada, de hecho el lógico desgaste se aprecia con el pasar de los años, se
diría que incluso en la actividad de lo público.
Basta comprobar la cantidad de años que muchos, siempre
electos, llevan en lo público, de tal suerte que deben de sufrir lo suyo en el
ejercicio de poder, ese que dicen que corrompe, pero seguro que peor se tiene
que llevar soltar la pesada carga de las responsabilidades por que de otro modo
no se explica cómo se puede permanecer tantos años en la función pública de obsolescencia
no programada, como mi coche, y es que hilando fino podríamos encontrar en los
sillones de las responsabilidades casos anteriores, de cuando los primeros
tiempos, con lo que debe de suponer sufrir el desgaste permanente cuando la
higiene de la política en la alternancia comienza con la renovación de los
ciclos tal que fuera una obsolescencia programada.
Hoy, cuando la puerta automática en lo de la Encarnación aun
no se ha inaugurado, hace pensar si tanta ineficacia forma parte de los indicios existentes de obsolescencia política, pues ya sea por responsabilidad o por
irresponsabilidad la Ley, con tanto deterioro pasado, no se cumple y viene a ser como si se
hiciera patente que algo tiene que cambiarse, además de las obsoletas puertas
de pesadas hojas, y no solo basta ya que desde lo municipal se proceda a dar las
oportunas indicaciones para que se instale cuando menos una puerta automática,
y es que mis queridísimos ediles se lo debían de hacer mirar, por si acaso,
como el chopped pork, tanto el código de barras, como la fecha de caducidad, en
la obsolescencia programada, o programática.
Sevilla a 16 de diciembre de 2014
Francisco Rodríguez Estévez
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