lunes, 15 de diciembre de 2014

Desobediencia

En los mejores tiempos de la desobediencia civil, en claro desacuerdo con lo establecido, la lucha, aun siendo pasiva, no era bien entendida por una mayoría silente y acaso temerosa de señalarse. Cosa de niñatos, era generalmente el pago que se recibía por cuanto lo fácil era aguantar y callar, cuando mostrar el mínimo desacuerdo era jugársela.
Pocas veces he podido observar en la clase dirigente el modelo, y el compromiso que se exige, mas, cuando se nos viene informando de la gran cantidad de estos que tienen causas y acciones pendientes de juicios, así como el numeroso elenco de servidores públicos, de todo rango que han ido aflorando en poco tiempo,  con las evidencias existentes de que para nada cumplieron con su cometido, y en su defecto, en clara desobediencia de lo jurado, o prometido, metieron mano a los caudales ajenos, los nuestros, los de todos, que tenían que administrar.
Es evidente que, entre las mentiras que a diario nos descubren los medios, tanto de unos y de otros, así como las que posiblemente queden por encontrar y que posiblemente permanezcan perdidas hasta que algún día se destapen en algún juicio, hace pensar que acaso ni merezca la pena volver a escuchar a estos que impunemente desobedecen cotidianamente las reglas del juego, las que supuestamente están establecidas, más siendo ellos los encargados de que se cumplan.
Mucho me temo que a lo de la Encarnación, no llegarán esta vez ninguno de estos desobedientes irresponsables para solicitar mi confianza, ni aun cuando llegue el tiempo de urnas, cuando es evidente que no la tienen, por cuanto la perdieron.
Ha sido en vano que esta exigencia de obligado cumplimento se atendiera, pues durante los cuatro años que en breve se cumplirán, he venido poniendo de manifiesto que cuando menos allí falta una puerta automática.
Diría que incluso de antes del acto inaugural de galimatico mercado de la Encarnación, en el que quien siendo Alcalde de la ciudad tuvo que salir por la puerta de los aparcamientos de una edificación inacabada, que no se recepcionaría hasta cinco meses más tardes, bien avanzado Mayo, cuando los candidatos,  ni tan siquiera acertaron a pasar, una vez dentro del laberinto,  por la solitaria calle que no dispusieron ninguna puerta.
Puerta para cumplir la Ley, puerta que desde entonces se encuentra en continuada desobediencia con la Ley de Accesibilidad, Ley que todos los ediles de nuestro consistorio, creo que conocen, pero de no ser así deberían de conocer el contenido y la obligatoriedad de esta, por no recordarle  lo allí realizado, de total desobediencia con otras leyes, como son la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, la Ley FERAEE, sobre el ahorro energético, el incumplimiento de las normas de sostenibilidad en edificio público, el propio PGOU, con sentencia de Tribunal Supremo de Andalucía, e incluso gran parte del articulado del Reglamento de Mercados municipales de Sevilla en vigor.
Todo parece que fuera una desobediencia intencionada, cuando no se intenta paliar en la medida posible cuantas irregularidades allí nos aparecen, donde queda en la total ambigüedad los espacios municipales, y qué contarles acerca de la ignota propiedad y las obligaciones de preservar un costosísimo equipamiento de ínfima calidad, cuando  nadie responde en las continuadas averías, por no añadir aquello de los semanales atascos de una pésima infraestructura. Quedemosno, para empezar, con darle solución a lo de la puerta y  su instalación a la mayor brevedad, pues ya nos parece que está bien de desobediencias, queridísimos ediles.
Sevilla a 15 de diciembre de 2014

Francisco Rodríguez Estévez

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