En este día de banderas y de discursos, medallas y
manifestaciones, con el vuelo de las migradoras acojonando los huevos de las
ponedoras me entero de que el gato ha muerto. Ha sido en la misma Alemania que
trae las setas de sombras, donde ha
saltado la noticia que lógicamente se
propagó a la velocidad de la luz, y es que el día que se entierra la sardina se
muere el gato al que un flamenco le traspasó lo que pilló en África, que no es
cosa étnica, ni de comunidad, ni de estupefacientes, ni una opa hostil, pues a
la isla, la de Rugen, solo llegan pájaros.
No hay peligro en este emblemático lugar donde en la
Encarnación el tiempo pilla a los gatos, y a los gatos los atropellan los
coches. Peligro buscaba el refugio en una rehabilitación del caserío, y en la recimentación
del sanjuán dejó de verse, seguro que pasaran
siglos para saber, como si de la Hispalis se tratara, algo de él.
Emblemático, perdida todas las batallas, sucumbió en un
temerario cruce, cuando escapaba de una doble fila de sustos que le dejó in
situ para siempre.
El autentico gato alemán se cubrirá de gloria post mortem
por ser el primer minino desaparecido en combate bacteriológico, al ser atacado
por una racial mutación que le endosó como una hipoteca caída del cielo, la
losa de todo el cargador viral.
La nueva encarnadura, quiere escapar de la mutación para no
acabar como gato, por liebre, desapareciendo en ese combate para mayor gloria
del germánico. Her doctor no encuentra la vacuna para ese ave, que corre como
un tren, dispersando el polvo y en polvo te convertirás, que se acumula en su
cubierta de pluma gay, para estornudo alérgico este martes de carnaval, ¡ay
Alameda!, de setas.
El gato se ha muerto pero de verdad, el virus lo ha cogido
de lleno en ese sorteo que lleva tantos números. El rampante es una idílica
imagen, esquina con el horno cerámico retirado del in situ, antes convento,
antes mercado.
El críptico, guardará lo que le quede, aunque las zapatas,
pantuflas de cíclopes, basas romanas, poco dejaron las huellas de sus pasos,
agujeros del ocho por ciento de interes, TAE y comisiones aparte, del VPO que
dejan los sueldos por las teselas.
Pero para numero el de lo que hay que ver, cegatos de
chirigota, debe ser el móvil del oculista, por que hay que ver, lo que dicen
mercado, dedalito, o icarito, con el batacazo está garantizado.
El de las setas, va en proporción si media, o ración, y la
tapa que todo tapa, es una cubierta epatante en nuevayó de las americas, y
además graciosa, para que luzca en esta ciudad de la gracia las sombras, con
chiste de granja, que como virus, no pudo con el pollo pero se cargó al gato
cegato, por no ver la clase de setas que le pusieron en el plato. ¡Plato! ¡Pum!
Francisco Rodríguez Estévez
-Sevilla a 28-2-2006
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