domingo, 7 de diciembre de 2014

Bisiesto

En este día de banderas y de discursos, medallas y manifestaciones, con el vuelo de las migradoras acojonando los huevos de las ponedoras me entero de que el gato ha muerto. Ha sido en la misma Alemania que trae  las setas de sombras, donde ha saltado la noticia que  lógicamente se propagó a la velocidad de la luz, y es que el día que se entierra la sardina se muere el gato al que un flamenco le traspasó lo que pilló en África, que no es cosa étnica, ni de comunidad, ni de estupefacientes, ni una opa hostil, pues a la isla, la de Rugen, solo llegan pájaros.
No hay peligro en este emblemático lugar donde en la Encarnación el tiempo pilla a los gatos, y a los gatos los atropellan los coches. Peligro buscaba el refugio en una rehabilitación del caserío, y en la recimentación del sanjuán  dejó de verse, seguro que pasaran siglos para saber, como si de la Hispalis se tratara, algo de él.
Emblemático, perdida todas las batallas, sucumbió en un temerario cruce, cuando escapaba de una doble fila de sustos que le dejó in situ para siempre.
El autentico gato alemán se cubrirá de gloria post mortem por ser el primer minino desaparecido en combate bacteriológico, al ser atacado por una racial mutación que le endosó como una hipoteca caída del cielo, la losa de todo el cargador viral.
La nueva encarnadura, quiere escapar de la mutación para no acabar como gato, por liebre, desapareciendo en ese combate para mayor gloria del germánico. Her doctor no encuentra la vacuna para ese ave, que corre como un tren, dispersando el polvo y en polvo te convertirás, que se acumula en su cubierta de pluma gay, para estornudo alérgico este martes de carnaval, ¡ay Alameda!, de setas.
El gato se ha muerto pero de verdad, el virus lo ha cogido de lleno en ese sorteo que lleva tantos números. El rampante es una idílica imagen, esquina con el horno cerámico retirado del in situ, antes convento, antes mercado.
El críptico, guardará lo que le quede, aunque las zapatas, pantuflas de cíclopes, basas romanas, poco dejaron las huellas de sus pasos, agujeros del ocho por ciento de interes, TAE y comisiones aparte, del VPO que dejan los sueldos por las teselas.
Pero para numero el de lo que hay que ver, cegatos de chirigota, debe ser el móvil del oculista, por que hay que ver, lo que dicen mercado, dedalito, o icarito,  con el batacazo está garantizado.
El de las setas, va en proporción si media, o ración, y la tapa que todo tapa, es una cubierta epatante en nuevayó de las americas, y además graciosa, para que luzca en esta ciudad de la gracia las sombras, con chiste de granja, que como virus, no pudo con el pollo pero se cargó al gato cegato, por no ver la clase de setas que le pusieron en el plato. ¡Plato! ¡Pum!
Francisco Rodríguez Estévez

-Sevilla a 28-2-2006

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