Durante el programa televisivo local, juegos florales de las
administraciones municipales asociadas, tanto monta, monta tanto, más que suficientemente
claro quedó que no era el mercado de la Encarnación lo más importante, ni tan
siquiera para los que en aquel plató, representantes
de los placeros decían ser, podrían haberlo defendido.
Salir de la
provisionalidad es desde el primer día una prioridad, de hecho es el objetivo
social de los comerciantes que formaron cooperativa al respecto, pero no debería
de ser a cualquier precio y menos el de perder el mercado para siempre.
Si algo diferencia en
el amplio espectro comercial a un mercado de abastos, la plaza de toda
la vida, en este caso municipal, es sin duda,
la singularidad de sus edificios, meterlo en unos sórdidos sótanos de
unas galerías comerciales tan bastardas como el hecho de su motivación, no es
la muerte de un estilo de venta y de vida, sin duda su enterramiento.
La suerte de que esto
no se permita, es atacada por la
ignorancia. El regalo que nos hace la Historial, no puede ser considerado como
un contratiempo, a menos que en los pensamientos no se encuentren sentimientos
sino especulación.
Era una vergüenza contemplar un programa televisivo local
que unos no defendían su mercado, y otros ni zorra idea de lo que significa
encontrar la Hispalis, y a todo esto ningún estamento académico, ningún especialista
en el tema, dice ni hace nada. Por fin, toda la ciudad, que es mucho decir, al
menos en parte ha ido poco a poco, diría que demasiado lentamente, pero al menos
aparecen personas tomando conciencia de que quieren que se recupere el mercado,
y no puede ser más veces engañada, diciéndole que eso es lo que en su solar se
va a realizar.
Todos al menos la mayoría
ha sabido captar el mensaje de,
quienes conserva su mercado conserva su cultura, y a tenor de las ideas
que desde el gobierno de la ciudad se tiene,
ya saben por dónde se encuentra esta, bajo tierra.
Sevilla a 20 de Noviembre de 2004
Francisco Rodríguez Estévez
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