Pasaron los días en los que estaban previstas las reinventadas
nuevas fiestas de otoño, aunque para nada fue como se esperaban que sucedieran,
mucho es de temer que al menos por el ruido cumplieran los objetivos que le
marcaron.
La Alameda, ¡Ay, Alameda!, tuvo que acoger el evento,(cualquier
cosa es ahora un evento), y en su albero una verbena-fiesta, pan y circo, para
borrar todo recuerdo del invento festero-andalucista, y darle uso a un espacio
de ocio tan mal aprovechado, como otros tantos, a los que de vez en cuando se
les organizan cosas con chiringuitos.
Tal como era de esperar, la San Miguel, convertida en una
sombra de sí misma por irreconocible, consiguió su objetivo, lo cual tiene las
fechas contadas.
En la Encarnación, ¡Ay, Encarnación!, Aparte de que en este
día dedicado a Santa Teresita del Niño Jesús, los agentes que velan por el
trafico llenaran de papelitos rosas los vehículos aparcados, y aplicaran todo el rigor de la tolerancia cero
en una mañana de fiesta tan señalada, apenas sucedió nada, pues por algún
motivo se suspendieron los fastos reivindicativos tan celosamente guardados, ya
que no se dijeron los elaborados discursos esperanzadores, ni se recibió la
visita de las autoridades, puesto que no había azulejo que mostrar ni cinta que
cortar y que, para no haber, no había ni ágape que compartir, ni prensa que se
hiciera eco de lo acontecido.
Así pues, los
aletargados placeros desaprovecharon la magnífica oportunidad del treinta y un aniversario para llamar la
atención de los medios y de la opinión pública, cada vez más solidaria con la
causa, para recordar a todos la patente ineptitud y las promesas del pacto,
antes del pacto y después del pacto, pero nadie se movió temiendo lo de la
foto.
La Encarnación no celebró su esperada fiesta de aniversario
sencillamente porque dejó de cumplir años una vez acabada la perpetua, y por
que la eternidad no envejece si cumple ciento ochenta y cuatro de existencia.
Encarnación forever.
Al menos apareció en un periódico una referencia a este
asunto de la plaza de abastos de la Encarnación de toda la vida, en este
silenciado aniversario y que de no haberse publicado los ciudadanos aun
pensarían que todo está ya solucionado, vamos, prácticamente hecho.
Afortunadamente la nota hizo saber que se comienza el XXXII
año de bidonville, de chabolismo comercial, de enjaulamiento bajo chapas, cosa
que jamás nadie hubiera imaginado que sucediera, ni mucho menos pensado
resistir sus placeros, que si cabe, aguantaran con mayor grado de incertidumbre
que nunca y por lo que se ve, la misma indolencia de siempre. A todo esto los
de la Ginnes sin enterarse.
Sevilla a 1 de Octubre de 2004
Francisco Rodríguez Estévez
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