domingo, 9 de noviembre de 2014

Fiesta

Pasaron los días en los que estaban previstas las reinventadas nuevas fiestas de otoño, aunque para nada fue como se esperaban que sucedieran, mucho es de temer que al menos por el ruido cumplieran los objetivos que le marcaron.
La Alameda, ¡Ay, Alameda!, tuvo que acoger el evento,(cualquier cosa es ahora un evento), y en su albero una verbena-fiesta, pan y circo, para borrar todo recuerdo del invento festero-andalucista, y darle uso a un espacio de ocio tan mal aprovechado, como otros tantos, a los que de vez en cuando se les organizan cosas con chiringuitos.
Tal como era de esperar, la San Miguel, convertida en una sombra de sí misma por irreconocible, consiguió su objetivo, lo cual tiene las fechas contadas.
En la Encarnación, ¡Ay, Encarnación!, Aparte de que en este día dedicado a Santa Teresita del Niño Jesús, los agentes que velan por el trafico llenaran de papelitos rosas los vehículos aparcados, y  aplicaran todo el rigor de la tolerancia cero en una mañana de fiesta tan señalada, apenas sucedió nada, pues por algún motivo se suspendieron los fastos reivindicativos tan celosamente guardados, ya que no se dijeron los elaborados discursos esperanzadores, ni se recibió la visita de las autoridades, puesto que no había azulejo que mostrar ni cinta que cortar y que, para no haber, no había ni ágape que compartir, ni prensa que se hiciera eco de lo acontecido.
Así pues,  los aletargados placeros desaprovecharon la magnífica oportunidad del  treinta y un aniversario para llamar la atención de los medios y de la opinión pública, cada vez más solidaria con la causa, para recordar a todos la patente ineptitud y las promesas del pacto, antes del pacto y después del pacto, pero nadie se movió temiendo lo de la foto.
La Encarnación no celebró su esperada fiesta de aniversario sencillamente porque dejó de cumplir años una vez acabada la perpetua, y por que la eternidad no envejece si cumple ciento ochenta y cuatro de existencia. Encarnación forever.
Al menos apareció en un periódico una referencia a este asunto de la plaza de abastos de la Encarnación de toda la vida, en este silenciado aniversario y que de no haberse publicado los ciudadanos aun pensarían que todo está ya solucionado, vamos, prácticamente hecho.
Afortunadamente la nota hizo saber que se comienza el XXXII año de bidonville, de chabolismo comercial, de enjaulamiento bajo chapas, cosa que jamás nadie hubiera imaginado que sucediera, ni mucho menos pensado resistir sus placeros, que si cabe, aguantaran con mayor grado de incertidumbre que nunca y por lo que se ve, la misma indolencia de siempre. A todo esto los de la Ginnes sin enterarse.
Sevilla a 1 de Octubre de 2004

Francisco Rodríguez Estévez

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