La paradoja es que cuanto más bajo cae el consumo de la
estupenda y sabrosa carne de vacuno, la televisiva, pura piltrafa, es con
diferencia la que más demanda tiene.
El “homo erectus”, siempre en alza, mantiene su cotización
en esa bolsa de los índices de precios del consumo (antes cesta de la compra),
que más que bolsa es caja de escándalos convertida en caja registradora.
Alimentada de caspa, la silicona, los posados, las infidelidades y las sobras del marisqueo,
boyeras aparte, la espongiforme caja
tonta, se cobra la adición de sus consumidores.
Resulta ser que todo vale para aumentar el numero de estos.
Gusta consumir las descarnadas difamaciones; los robados en la chaise longue; que
decir de los sinuosos y retorcidos vis a vis de caoba y crin; chirridos de
somiers; mamporros tauromacos y mamporreros de neonatas rosas. En cueros vivos,
vulgo en pelotas, desnudos y sin soporte, como siliconico pecho de folklórica
se dejan ver hasta los centauros del carbono, que vistieron el oropel de
publicidad, cuando este efímero sostén le retira el glamour y dejan ver en sus
carnes las marcas que dejaron las hojas de rutas.
En tanto la atención se centra en la encarnizada lucha
dialéctica que sostiene la Encarni con el agente inmobiliario, a fin de
cancelar la hipoteca, las aventadas cenizas de Encarna aun calienta el rescoldo
rosa del circulo vicioso, y la Encarnación, que era buena ¿Dónde estás corazón?
Quiere resurgir sin hipotecar el futuro. Las estupendas
almejilladas salen de la cómoda y se acomodan en los saloncitos dando ese toque
fashion de fondo de armarios que se
están quedando cada vez mas vacíos. La
carne de astados es de sabor fuerte y economica, la de los astados debil y cara,
como la moluscada de bivalvos por su penetrante sabor a mar.
El hincar hincha los objetivos en noches de encarnaciones,
fácilmente olvidadas, hasta que el ADN detecta si el que hincó encarnó gozando,
de maltrato, o de favor.
En tanto, todo pasa su código de barras por la caja, en las
escarpias languidece, como sensuales instantáneas de Thorpe, la estupenda y
sabrosa carne de vacuno que se expone en los rastreles de las carnicerías del
mercado de la Encarnación, y en la romántica placita de la Encarnita su fuente
pierde la cabeza, y además hace años que ni moja. Luego dicen que, solo las
vacas comen yerba.
Sevilla a 2 de Octubre de 2003
Francisco Rodríguez Estévez
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