viernes, 21 de noviembre de 2014

Antes misterio

Nunca puede encadenar a nadie su compromiso por una causa justa, es por el contrario un sano ejercicio de libertad hacerlo, una sarna con gusto. Coger la pancarta reivindicativa de aquello que sus motivos la abandonan a una suerte inmerecida,  sabiendo que lo de la Encarnación necesita un trato diferente y menos perjudicial del que le otorgan, lo hace obligado.
Pero los placeros ni caso. Caída en la apatía, en el silencio y el conformismo, a la Encarnación, plaza municipal de abastos después de treinta años en la provisionalidad como que de repente le sobrevino una solución desesperada, tan negra y peligrosa como un agujero, y no precisamente de la capa de ozono. ¿Cómo se puede estar conforme?
La plaza de abastos, que debería de haber estado reconstruida hace ya muchos años, y aun sigue sin hacerlo más que todo por la incapacidad de los munícipes a lo largo de seis lustros, que se dice pronto, y el silencio de los placeros, algún día tocaran las palmas a la tontería.
Ahí sigue el solar por el capricho inoperante de las personas que ocuparon un lugar en la responsabilidad, junto con la desidia, los temores y el enrevesado ensimismamiento de sus placeros, que incluso pudieron consentir que quedara convertida en una galería subterránea, y encima, para hacerlo más doloso surgió la idea de restar espacio a la plaza municipal de abastos al objeto de poner ¡¡locales comerciales!!
 Divulgar semejante atropello ante la pasividad de los silentes placeros, vendedores, comerciantes, acaso industriales, como gustan llamarse, en eterna provisionalidad, y los resultados que hubiera tenido sobre esta ciudad, a la que podían haberla privado de un edificio público con características cultural y etnológicas, que ciudades como Barcelona y Valencia, conservan para el disfrute de sus visitantes, lo cual motivó esta aventura epistolar que fue creciendo gracias a la generosidad de los directores de prensa que tuvieron a bien publicarlas.
Desde que esto ocurre, nos hemos venido aglutinando un importante grupo de dispersos colectivos ciudadanos, de tal suerte que su fuerza a ejercido para motivar  en la opinión a muchos otros más, circunstancia que, junto a distintos motivos que son desatendidos, podía ser la causa de que se haya podido cambiar toda la trama que para la Encarnación tenían urdida. Lograda in extremis la salvación de la tradicional plaza de abastos, no me queda otra que mantener mi compromiso de seguir escribiendo (cosa que espero no cancelar antes de la inauguración del emblemático) con los verdaderos artífices del milagro de la Encarnación, antes misterio, que son ustedes, los lectores de estas cuitas que os envío y se molestaron en leerlas y que tal vez por amistad, cariño y solidaridad me hicieron llegar su preferencia, y adicción,  a esta extraña manera que tengo de contar las cosas que pasan en lo de la Encarnación.
Sevilla a 25 de Julio de 2003

Francisco Rodríguez Estévez

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