martes, 7 de octubre de 2014

Sostenible

Basta repetir la propaganda, tantas veces como haga falta, para que acabe siendo lo ofertado objeto de deseo por muy inútil que resulte. Pero solo en la realidad se advierte la consecuencia de la reiterada proclamación de unas virtudes inexistentes de las plantillas anti-colesterol, de la crema adelgazante, o los parches para dejar de fumar y hacerle caso a las leyes sanitarias. Pero contrariamente, por más que se repita, se advierta, y machaconamente se diga que las anunciadas bondades no pasan del papel, apenas se les pone oído.
Visto que a toda costa a la Encarnación la hacen llamar sostenible, como un merecimiento gratuito y totalmente  desconocido, pero que nadie sabe a cuento de que merito, por falta de información adecuada, y cuando menos, no se explica con suficiencia a esta cosa de las setas, un capricho que desde el comienzo tiene perdido el equilibrio, causa, efecto, con lo cual, ya nos contaran con que puede sostenerse.
Tal vez pueden pensar, a tenor de tan sumiso beneplácito, que les resulte sostenible a los comerciantes que se instalen en el pequeño reducto denominado mercado dedalitos por el extraño diseño de los puestos, al menos, hasta que se enteren estos llamados comerciantes de la repercusión que les corresponderán  cuando tenga que sufragarse, por algunos menos de la mitad de los placeros que actualmente resisten en la provisionalidad, naturalmente  en la cuantía que designe el actual concesionario, para recuperar lo invertido.
Acaso la sostenibilidad llegue a alcanzarse con la venta de entradas para visitar una Hispalis mutilada y en gran parte  errante, que quedará colocada donde “buenamente” puedan, con rigor de aproximación, por las paredes del  “antiquarium”, y los beneficios del merchandaisin de camisetas y llaveros para souvenir del turismo de vuelos económicos.
Una buena fuente de ingresos debe de emanar de la energía que producirán las células fotovoltaicas, que por el momento se olvidaron de proyectar, aun siendo obligatorias en los edificios públicos, pero que podrían ir perfectamente  ser “sostenidas”, atornilladas en las maderas del “sostenible” bosque nórdico, tratadas especialmente de fungicida, que revestirá la epatante cubierta.
Se advierte claramente que la elección de los tablones, como material perdurable, de bajo costo, y carísimo  en su mantenimiento, tienen en el laboratorio experimental las garantías por su probado uso y resistencia tanto al calor, como a las bajas temperaturas, humedad, contracciones y dilataciones, a las que por su sostenibilidad serán sometidos.  Sevilla tiene un calor especial, y un frio que te cagas, y humedad que moja sabanas.
Si acaso, las buganvillas previstas, restarían algunos kilovatios, cosa subsanable con la periódica poda, imperceptible en el numero de paneles que generaran un importante capitulo de ingresos.
Pero sin duda la mayor partida estará en la aportación del botellodromo pues, además de los orines, basura, cristales y plásticos por toneladas, la lógica establece que se ingresará una importante cantidad a ingresar por el uso publico, de la elevada plaza publica, de siempre azotea. Explotación externa, ingresos atípicos.
Que decir de los beneficios que puede reportar los certámenes, simposium, y exposiciones micologicas, que a nivel mundial puedan acoger bajo sus umbrelas, y por que no las tasas que reporten la practica del “seting” a nivel olímpico.
No pueden caber dudas, de que la sostenibilidad de la Encarnación, puerta, puerto, estación, plaza, mercado, y aeropuerto, debe de encontrarse en otros resortes, sosteniblemente ignotos, dado que sin aparcamiento, sin metro, sin tranvía y sin autobuses (si definitivamente se trasladan las paradas existentes), por lo cual para sostener el insostenible y emblematico capricho, hace pensar que lo que ocurre, sea que lo sostienen, en tanto les llega la ocurrencia para aplicarla.
Sevilla a 25 de Noviembre de 2006

Francisco Rodríguez Estévez

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