sábado, 25 de octubre de 2014

Piscifactoría Roma, antes vivero

Cuando aun no era Roma, el aparcamiento abandonado fue un precioso jardín que con el tiempo llego a convertirse en refugio de feles. 
Distintas variedades botánicas autóctonas germinaron sus semillas que transportaron los vientos y las aves, quedando alojadas en el interior de aquel eden  para invertebrados e insectos. 
Jauja para comilonas de la vecina colonia de vencejos del exterior y del paraíso de roedores, coto de gatos. Cuando creció la micro silva, arboreto bajo plástico, y algunas alcanzaron el porte que daban seguridad a las aves, empezaron los anidamientos tras los cortejos nupciales de apareamientos, para regocijo de las culebras.
 La pequeña reserva se llenó de tanta vida que  también cobijó a volátiles rapaces e incluso la suelta de gazapos de campo, que se adaptaron fácilmente  proliferando en la abundancia, cohabitando junto a reptiles e incluso el homo indigente.
Ha bastado el paron de varios meses, el de los bataches y las negociaciones de begín de begín, para dejar esta Roma al aire, esperando los chaparrones, para llenar melonares, que los anfibios, con lo caído, se hacen largos en la casa de las sectiles.
 La céntrica laguna, en estos tiempos de migraciones de anatidas, se puede convertir antes de que llegue el proyecto del emblemático, en area de servicio para fochas y ánsares reales camino del coto, donde poder descansar, darse un baño y degustar las deliciosas ancas a la romana, especialidad de la casa. Y es que la Encarnación no deja de sorprender.
Sevilla a 28 de Octubre de 2003  
Francisco Rodríguez Estévez
 es.scribd.com/doc/8388864/Plaza-Encarnacion-Sevilla-06-ARQUEOLOGICOS

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