jueves, 9 de octubre de 2014

Mercromina

Tiene el pescadero, a falta de pregones, una frase air voxem que por si sola se explica el conformismo del destino que seguro todos tenemos reservado. 
Imagino que la pudo escuchar de alguien, y daría lo mismo que piense en su autoria, pues la primera referencia la podíamos encontrar en Eclesiastés. 
Todo tiene un porque, trata de justificar siempre las ocasiones que surgen a lo largo de una vida, por mas que esta se pueda perder si se encuentre en manos equivocadas. Ese es el porqué.
Explicar lo inexplicable, como el doctor Sánchez cuando se le preguntó por lo de la Encarnación.
 Con convencimiento de medico no dudo en comunicar a la prensa presente, que aquello no lo explicaba pues no se entendería, y así salieron sus palabras en las noticias.  Aquello, no se entendería.Ni se llegará a entender.
En los quirófanos de la plaza, escapándose la vida de sus carnes, sabe perfectamente el diagnostico, siente que existen dos agujeros en un solo boquete, del que brota a borbotones todo el calor que le enfría el cuerpo, en sus manos estoy, acierta a decir, ignorando que existía una tercera trayectoria, la  que ante aquello que le desbordaba, solo acertaba a colocar los pocos hemostáticos que tenía en el botiquín, a la espera y esperanza de que llegara una ambulancia de traslado a un hospital. 
Se cuenta que la distancia tuvo también parte del porque se hizo como la cera, y el perfil de sus ojos como lirios durante un tránsito de vértigo, con paradas inesperadas, no solo del corazón, a resentí, queriendo llegar sin saber porque se iba.
En los hules de la nueva plaza dos heridas de muerte, una haceloimposible para no evitar la sangría, y  a la otra más letal, se le hace imposible hacer algo, administración y concesionaria, dos trayectorias. En los medios el avispado, al hacer sangre,  se hace sabedor de su peligro y con un porque latente, de un final previsto, aun no se ha detectado en el quirófano la tercera trayectoria de la cornada.
Y tal como aquella la tercera, esta también se encuentra en el exterior, y solo puede hacer repetir el porqué de la historia, por más que  sea colocar apósitos de tiritas con los que pueda justificar el sueldo de enfermería.
Los placeros, llamándose industriales, sabiéndose vendedores, comerciantes de la cooperativa y arrendatarios en contrato,  reconocidos como titulares con licencia municipal de venta, y tratados como vainas, han decidido enviar una carta mercromina a fin de desinfectar, antes de taponar la sangría que le produce la herida de hacemosloimposible, cuando en las astas del avispado, se advierte la causa.
Una carta, carta tiritas, que ha sido pasada a la firma de los damnificados placeros, demostrando mas debilidad si cabe, y que se le remitirá a la concesionaria, en este caso como responsable del mantenimiento, limpieza y vigilancia, haciendo hincapié en algunas de las deficiencias que se observa incumplimiento de sus obligaciones en este apartado. Pero mira por donde la empresa, también constructora, al menos tiene que tener un porque de las deficiencias generales no solo del laberintico mercado municipal, también de la galimatíca edificación, llena de errores que nunca pudieron ser obviados cuando se tiene tanta experiencia constructiva realizando puentes, palacios de justicia, canales, túneles e incluso, estas setas, haciendoloimposible, con la excepción de la puerta automática que llevo demandando desde el primer día. Pero eso no toca, y en la carta mercromina con tiritas, se pone de manifiesto la acción que en caso necesario los placeros tienen previsto emprender. Lo sorprendente es que air voxem, como el pescadero, dice el delegado que la fraternidad es la fraternidad, y así concede su beneplácito verbal, en lugar de preguntarse, ¿porqué?.

 Menos aun, tiene su porqué no poner de manifiesto, en la carta tirita, por cuento y como la otra herida, aquella que en su porqué se le hace imposible hacer algo, salvo asustar a los comerciantes oficialmente, porqué esta consiente que sea la concesionaria la que se permita autorizar cambios de especies en una plaza municipal de abastos, que según contrato y bases, tiene muy claramente designado el numero y las especies a las que se destinan cada puesto, y con este avispado en la plaza, que acabará sin duda en el desolladero, por más que aparezca el momentáneo terror en el desconcierto sembrado. 
Pero lo que si es de temer es el porqué, de la incertidumbre que haya bastado un alquiler, y el peligro que ha supuesto, para desequilibrar una enclenque estructura que las dos enorme heridas, junto con los propios miedos ha creado,  y con  lo que tenemos dentro evidentemente, con mercromina no hay manera.
Sevilla a  9 de Octubre de 2014

Francisco Rodríguez Estévez

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