miércoles, 15 de octubre de 2014

Las Bijami

Resultaban conmovedoras las imágenes de las Bijani caminando unidas y sonrientes hacia la esperanza, y luego embargaba la tristeza ver los planos de los ricos bordados dorados cubriendo sus restos separados.
Definitivamente separados. Hubieran cumplido treinta años en este de 2003, como la provisionalidad, treinta años pues  en los que intentaron lo imposible.
Los íntimos lloran sin consuelo, por más que era predecible, la perdida. No les faltó felicidad mientras duró esa comunión permanente y  fraternal, a la que el destino vino a unirlas para compartir por  siempre semejante capricho, hasta que hombres de Ciencias se atrevieron a separarlas.
No aparecieron las dudas en ningún momento pues siendo un ferviente deseo compartido al unísono mostraron su interés para separarse de lo que más querían, su otro yo.
Treinta años convertidas en sombras permanentes, vigilantes una de la otra de sus intimidades y deseos. Demasiado bonito seria poder vivir para poner reparos de última hora. Tuvieron que armarse de todo el valor del mundo en sus desesperaciones para decidir que nada ni nadie detuviera el proceso.
Adelante con todas las consecuencias, esos fueron sus deseos. Ansiaban ser una y no dos para dejar de ser una siendo dos. Recibieron la preparación previa, y el conocimiento de los riesgos y nada pudo apartarla de sus legitimas aspiraciones, para alcanzar la negada normalidad.
Cuando todo ha acabado, imagino en la distancia,  si a las desdichadas, envueltas en su foulard, se le pudieran preguntar ahora sus deseos, su vehemencia sería distinta. Decidieron embarcarse en la patera del quirófano buscando un futuro mejor y encontraron en las sabanas verdes, playa de lutos, el peor de los desenlaces, el fatal.Cuando todo ha acabado, imagino en la distancia,  si a las desdichadas, envueltas en su foulard, se le pudieran preguntar ahora sus deseos, su vehemencia sería distinta. Decidieron embarcarse en la patera del quirófano buscando un futuro mejor y encontraron en las sabanas verdes, playa de lutos, el peor de los desenlaces, el fatal.
 la provisionalidad de la Encarnación. Afortunadamente a esta no le pudieron meter mano, aunque lo intentaron. Causa alegría que el pasado y el futuro estén en el presente unidos para siempre, sin causar la pena que Laleh y Ladan dieron en vida a los demás, siendo inconformemente felices, y el dolor que produjo su errónea separación.
Sevilla a 9 de Julio de 2003

Francisco Rodríguez    

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