martes, 14 de octubre de 2014

La idea, la ocurrencia

La idea de colocar unas palmeras de plásticos en una plaza que jamás tuvo una amable sombra vegetal, nos da la oportunidad de ver, con el experimento, el resultado sin tener que esperar que germinen los huesos de dátil, y su lento crecimiento.
El efecto conseguido, con el costo de una gaseosa, nos da el efecto que hubiera sido peor si para ello se sacrifican dos ejemplares del huerto del cura.
Así, la idea, puede parecer buena, mala, o indiferente según de donde provenga, pero a fin de cuentas es algo subsanable, siendo de plástico. Pero aquello no pega tan solo porque que las altivas datileras, no sean de Canarias, ni los “dedos de luz”,  y estas sean de pega, al tratarse solamente de un soporte creativo, tal que fuera un poste lumínico, un adorno efímero, similar a un decorado belenistico, o como una portada de feria que puede desmontarse, y aquí no ha pasado nada.
Desde la responsabilidad de Patrimonio se ha dicho, y muchos ojos que le oímos decir a su responsable, que viendo aquello no acababa de encontrar el calificativo, para que en esta ciudad monumental, se colocara aquello, que hay que recordar que no deja de ser una iniciativa privada, una idea, un adorno comercial con fecha de caducidad, cuando si mirara a su alrededor el interfecto vería otras tonterías que avergüenzan bastante más que las plastificadas hojas de dos palmeras, libres de sombras, en la umbría de la panadera plaza de los orfebres.
Ojala se pudiera realizar en cartón piedra la epatante cubierta, para ver el efecto que causan aquellas amorfas formas en los cielos de la Encarnación, plaza que siempre tuvo pseudo acacias en su perímetro, para no tener que padecer de por vida los resultados de la ocurrencia, internacional por supuesto, y así se evitaría a la ciudadanía de tener, como hace la responsabilidad,  que contener viendo la cosa, sus calificativos.
Sevilla a 22 de Diciembre de 2005

 Francisco Rodríguez Estévez

No hay comentarios: