viernes, 24 de octubre de 2014

El trino

En este caso que nos ocupa, el trino no es un canto de pájaro, ni canto tampoco es una de esas piedras  con las que algunos se darían para convertirse en cuñao de risa floja viendo las murallas de Híspalis. El trino es el conjunto de tres elementos, como si de una trinidad se tratara, que después de tres décadas, componen la revelación del misterio del mercado de la Encarnación. Tres votos para decidir.
Como todo en esta dual ciudad,  Alameda, ¡Ay, Alameda!,y Encarnación, ¡Ay, Alameda, siempre Alameda, la opinión está dividida entre los que lo creerán cuando lo vean, y los que creen que no lo verán, si bien ambas partes discrepan sus cuitas, bajos los auspicios y patronazgo del incrédulo Santo. ¿Donde está la herida?
Los tomasinos de la mano, queriendo tocar los estigmas del sufrimiento, basan su trilogía en el pasado reciente ofrecido desde el partido andalucista, mega-aparcamiento, mercado-cueva y locales comerciales. ¡Gensanta!
 Los exegetas, buscando la solución razonada confían en que se recupere el gran mercado en superficie, la conservación del patrimonio que permanecía en sus entrañas, y un aparcamiento menor, condicionando la ordenación de la plaza ajardinada con  terminales de autobuses y paradas de taxis, sin desechar las posibles, a los vehículos privados, ni la posibilidad del metro, e incluso cabe la posibilidad técnica de utilizar, la planta superior del edificio, la azotea, para entendernos, para aumentar en número racional los usuarios rotarios.
 Avalan esta posibilidad, dependiendo del día y del momento, la alianza de gobierno llamada de progreso. La lucha de intereses está abierta. Nunca, hasta este caso, se pudo comprobar que alguien se tirara ladrillos, por muy romanos que fueran, sobre su tejado, a menos que no sea este el que le cubra.
Cuando esta corporación sea capaz de rescatar el solar, el interés general de los sevillanos, se decantará sin duda del lado que defiendo desde mi posición de placero, el Mercado. Sin él ni el misterio tendría sentido.
Sevilla a 11 de Junio de 2003

Francisco Rodríguez Estévez

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