miércoles, 8 de octubre de 2014

El motín
En esta Bounty de mentira, la rebelión tenía que ser de broma, y lo mismo que la historia nos cambia la anterior figura del perverso capitán, al que por lo visto en los estudios reciente sobre aquel suceso revelan exonerándole, como tal culpable, y que los que se rebelaron fueron los culpables de su propio castigo.
El caso es que el poder lo puede todo, y a los sublevados, en la inmensidad del océano, según el diario de a bordo, los dejaron en una barca con suficiente agua y comida para tres jornadas. Poca comida y menos agua para tan lejana orilla, lo cual hizo inevitable que con una actitud tan déspota, la rebelión era lo procedente.
Por el ruido de la que se montó en el laberinto de las setas, treinta carteles, cien octavillas y cuatro pintadas, más que Bounty parecía patera, y lo peor es que por el momento  se desconoce que nos descubrirá esta aventura donde está por discernir la razón de reflotar una jábega que hace aguas, y en la que se han montado el lastre de polizón,  donde solo cabria lugar para sustituir un remero.
 En la rebelión de papel de lo de la Encarnación, los llamados industriales, luego comerciantes, después vendedores, al fin y al cabo los placeros de toda la vida, aquellos que quedaron en el rincón provisional, bajo la cubierta del peligroso asbesto, ahora disminuidos, jibarizados, y convertidos en  reservorio de la resistencia, la suerte no los acompaña, pues como en la Bounty,  la razón puede estar en ellos con toda seguridad, pero en la debilidad en la que están inmersos desde hace años, muestran la evidencia de sus escasas fuerza para hacer frente a la primera miasma que sople, y además sin contar con el motor  de los dos caballos de fuerza, cuando el rumbo de una mala singladura queda fijado en el poder de la suprema terquedad del que impone, y del que consiente.
Equus, al fin y a la postre, que sabiéndose seguros de que en la nave, tal que fuera de "noe", nada les ahoga, menos no saber nada, y guardar la ropa, pues con el agua al cuello solo hay enfrente algo de sentido común de unos cuantos, sobre los tablones y posiblemente divididos, cuando se divide la razón.  
No se vaticina que suceda nada después del amotinamiento, por más que se podía pensar que lo de la Bounty, quedaría después de este, en una anécdota, pero que va.
Ni la Delegación de consumo va a proceder a desautorizar las actuaciones que ha realizado la concesionaria, ni la concesionaria va a rectificar lo llevado a cabo sin la preceptiva autorización municipal, perjudicando a los comerciantes del mercado, no solo llevando a cabo la modificación de la especie indebidamente autorizada, si no también desvirtuando el contrato individual con cada uno de los comerciantes como titulares de licencia municipal de venta, en el que queda sabido tanto el numero como el uso destinado de los cada uno de los puestos.
El motín acaso haya sido útil para los placeros, al menos les permitirá entender como esta acción, en las formas, y en el fondo, ha servido para demostrar que para nada era comercial, si no que lo conseguido ha sido devaluar el patrimonio, si es que se le puede llamar patrimonio al derecho de uso, como meros subarrendatarios en lo que se han convertido los cooperativistas comerciantes de la Encarnación, por tanto tocar las palmas, y tanto reír las gracias, de aquellos que antecedieron como responsables de todas las partes implicadas en el invento, incluidos los propios, que solo duraron el tiempo inaugural, antes de salir pitando como ratas abandona do el barco por las maromas presagio del hundimiento.
El tiempo dirá, aunque tarde, lo que sin saber intuimos, y por el numero de aciertos, que probablemente venga de todo lo visto a lo largo de cincuenta y siete años en esta plaza municipal de abastos, de cuando tenía cuarteladas, cajones y pilares, propietarios y alquilados, que fueron en principio industriales, luego comerciantes, después vendedores, y en la actualidad subarrendatarios, antes de bajar las persianas en este caso automática, por más que las puertas no lo sean,  para salir de este laberinto , a menos que para el cuarto aniversario, pasada la Esperanza, tengamos fe de que algo haya cambiado, pues de no ser se podría vaticinar un peor futuro.
Las responsabilidades que en lo de la Encarnación son dos, una la oficial, hijo de la Encarnación deberá de tener la gobernanza clara, y la otra, que dice que aquello (la Encarnación)  es como un hijo, al que ha visto nacer y crecer, con mil dificultades, pues lo mismo, debe de dar ejemplo y rectificar en los errores para que la enseñanza del padre honrado sea el reflejo de los hijos. Veremos si cuando llegue la Esperanza, también hemos perdido, lo que significará que de nuevo tuve el acierto. Con la Bounty, lo hubiéramos pasado mejor en Haití, plantando arbolitos. Me temo que lo que proceda será hacer un vudú.
Sevilla a 8 de Octubre de 2014  

Francisco Rodríguez Estévez

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