jueves, 23 de octubre de 2014

Duda vital

Cuando mas hedía aquello, cuando mas podrido estaba, y cuando más penetrante eran los desagradables efluvios, desconcertado, trató de dar un golpe de mano, y al fin alzó la voz, y no se le ocurrió otra cosa que  plantearse el dilema de ser o no ser.
Descorazonado por no ser (alcalde), siendo, y abrumado por ser (alcalde) sin serlo, inicia un monologo sin preguntas, para poder hablar sin tener que soflamar a su conciencia y de paso escuchar a su propia voz en sus oídos.
Jamás hubiera pensado que, aquel intimo soliloquio, se divulgara. Son los duendes, son los medios.
Quién pudo oírle, para que esta duda vital se convirtiera, con el tiempo, en reflexión de letrina para la ocupación pública. Pacto de progreso.
Con esa enseñanza, las paredes oyen, pocos se plantean intentar escucharse, y menos fuera del guión trazado, sin riesgo a terminar con las dudas, y convertirse drásticamente en no ser del tirón. Guardo silencio, luego soy, si hablo no soy nada. Que difícil dilema, que responsabilidad, querer ser quien es, sin ser nada más que silencio.
Cuando mas nauseabundo era el aroma que aquello desprendía, cuando el silencio era más denso, debió ser su hipocrático juramento, de ser solo medico,  el que a voces le demandaba cumplirlo, y como el príncipe de la pieza teatral, comenzó a divagar pensando que estaba solo. (con sus palmeros)
Cuando salió del trance que el éxtasis, del misterio, le había producido, se vino a dar cuenta de que las cámaras de las televisiones locales tenían recogidas las palabras de su subconsciente. No había nada que aclarar. Todo ha quedado suficientemente claro (sic), fueron sus últimas palabras antes de alejarse de aquel laberinto. El doctor abandona la Encarnación, en un intento pre electoral, para apartar a sus socios, y sus ideas. ¡Huele!
Sevilla a 18 de Mayo de 2003
Francisco Rodríguez Estévez

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