lunes, 13 de octubre de 2014

Cesta frente a carrito

Apenas si quedan amas de casa que disponga de una cesta de palma para realizar sus compras alimentarías. Fue junto a la lavadora y la fregona, el carrito de la compra, un feliz invento que  acabó con la utilidad de tan artesanal medio para el transporte de las viandas, ya solo queda el nombre de cesta de la compra para reflejar índices de precios, tal vez por que bolsa resulta iscariótico, y carro un tanto bélico. 
El caso es que la famosa cesta de la compra siempre resulta más interesante, para las amas de casa, llenarlas en las plazas de abastos de toda la vida, y aunque  es cosa mas que sabida, no viene mal que algo tan evidente, lo recuerden los telediarios e incluso la famosa tía Pascualina, junto a los poemas del poderoso vate” La rosa es rosa y el lirio azul”.
 La plaza es de todos, el megacentro de sus accionistas. Está visto que la modernidad consumista tiene un precio, no en vano lucir el monovolumen, tomar el aperitivo y la merienda en el self, picotear alguna cosilla, darse un capricho, canjear el cheque regalo, coleccionar los puntos por compra y el bono descuento tiene como consecuencia un enorme carro repleto de cosas para tener que, tras aguardar pacientemente la cola para descifrar la  valoración de sus códigos de barras, llenar el amplio maletero, dejando  la  secuela de un mayor agujero en el plástico bancario, cuyos estragos hacen lo posible para que no se levante cabeza por lo que queda  de mes. 
Afortunadamente, una irracional subida de los precios, ha hecho que los informativos regalen una publicidad gratuita a favor de la plaza de abasto, recomendándola como la mejor opción para la compra, con lo cual se abre la posibilidad de que algunos clientes vuelvan a tener la oportunidad de disfrutar del bullicio amable al pasearla; unos con añoranzas y otros descubriendo su magia.
 No existen comparaciones posibles con esta opción de compra. Mientras en otras se cogen los productos por impulsos, normalmente desmedidos, en la plaza de toda la vida se compra lo necesario. La rosa nunca será azul ni el lirio rosa, aunque el pez grande se come al chico, no se debe de comprar una burra, aunque la vendan en cómodos plazos, si no  se dispone de pienso y establo, dice el proverbio chino.
Sevilla a 18 de Octubre de 2003 
Francisco Rodríguez Estévez

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