martes, 14 de octubre de 2014

A los hombres del futuro

Cuando el general por la gracia de Dios sabe que, se dio cuenta de que para llenar el baño de zinc semanal no había bastante agua para todos los españolitos que venían al mundo, tuvo la ocurrencia de embalsarla.
 Se empeñó en convertir la aridez en regadío, aunque algunos llegaran a decir que los mejores melonares eran de secano, y que esta  actitud era una fijación hidrológica para  un plan con el fin de  presumir con las capturas de ciprínidos.
 El nodo, noticiero de actualidad, daba fe de cada salto de agua inaugurado por lo cual, en la jerga, llamarle “el rana”, era comúnmente utilizado, entre otras ocurrencias, para su referencia.
 No era un cualquiera, ni eran los tiempos, pero por el picotazo le hubieran llamado la avispa de por vida. Su status,  y que la abeja estaba ya cogido por el incipiente holding, que te pego leche, lo impidieron.
No sin esfuerzo aprovechó toda la energía de los pantanos para sacar la luz en esta ciudad de sombras, las oscuras callejas quedaron convertidas en feria permanente de aquella aun segura Sevilla, que le pagó con  el sobrenombre “del bombilla”, mas por ironía que con agradecimiento por su alumbradora idea.
Dicho sea de paso, a miles de ciudadanos entre los que me encuentro, le instalaron el dichoso farol delante de su ventana llenándole de lumínicos rayos y truenos el dormitorio de ocho a ocho, eso sí,  por as inseguras calles vacías, daría gusto de poderlas pasear. 
Otro que tal baila fue el visionario de la playa turquesa, de los tiempos de alianzas, como lo del arca, aunque la vaciara para lograr el inútil sueño del Olimpo.
Tras la muda de la sierpe, leyó lo de la cueva de Ali- Baba e inspirado en la gracia del general, tuvo la ocurrencia del mercado persa, por la gracia de hacerla y le salió rana, como el de los pantanos.
Los intereses del sueño, que aun se están pagando galacticamente, y que no afectan para nada “al olimpiakos” aunque le eche la culpa al balompié. Toda una experiencia religiosa.
 Es hasta posible que Melonares embalse algún día lo que cae para la afición a la ictiofagia, y los lances de carbono, antes de que el emblematizado mercado en superficie llegue a concretarse.
 Es hasta  posible que la tuneladora “Giralda”, topo desdetando por la bolsa de roca, acabe siendo vendida por chatarra, después de la agotadora tarea, en lugar de ponerla merecidamente en una rotonda de homenaje, antes de que el emblematizado mercado pueda admirarse en postales.
El general permitió que tuviéramos algo de “roca”, y al que dieron pico de plata, que miles de ciudadanos duerman a plena luz.
 Al fundador, cuentas apartes, le salió todo como el disco sorpresa, redondo. El doctor, pacto, y progreso apartes, está convencido de su acierto en el diagnostico.
 El mercado está emblematizado, quien lo emblematizará, el emblematizador que lo emblematice, buen emblematizador será.
Sevilla a 26 de Noviembre de 2003

Francisco Rodríguez Estévez

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