jueves, 9 de octubre de 2014

A ciegas

Como en un cuarto oscuro, palpando a ciegas para no velar el rollo, se dilatan las pupilas intuyendo donde se encuentran las cajas de los reveladores.
Recibo un articulo publicado en Diciembre de 2004, nada menos que en un diario catalán, acerca de lo de la Encarnación. De tanto releerlo voy a acabar por ver lo que no hay.
 La soflama es un panegírico posiblemente de pago,  a la teutónica idea de plantarle, en lugar de cara, unas epatantes setas a la Encarnación. Cuestión esta, punto de vista aparte, que hace pensar que algo puede intuirse aunque no se vea.
El trabajo divulgativo, compuesto de noventa líneas y cuatro fotos ilustrativas emplea un lenguaje (en castellano) tan extraño, galimatico y técnico que, cuando es revelado, se cae en la cuenta de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Tal vez sea algo tan simple como la siembra de sus esporas, pues basta saber que las setas cultivadas necesitan para germinar un terreno muy húmedo, e incluso aireado, antes de la plantación, por lo que resulta conveniente darle al sustrato buenos mangazos, si bien, para su óptimo crecimiento es importantísimo mantener la oscuridad.
Aunque pareciera una descripción críptica de la visión del solar, el humedal no es en esta ocasión los verdosos charcones que embalsaron la escasa lluvia otoñal, por esta vez, la cosa viene del riego.
Así puede ser que termine viendo a oscuras las bondades que el articulo describe, pero que no existen, si bien queda bonito sobre el papel, otra cosa es que lo crea.

Sevilla a 8 de Diciembre de 2006

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