martes, 16 de septiembre de 2014


Un lugar de encuentros

Basta asomarse al solar para creer que, en lo de la Encarnación, se está “haciendo” algo, pero lamentablemente, son muchos los que no saben el que. A pesar de todo, todavía hay quien cree que lo que está aconteciendo en ese lugar, que hasta hace treinta y dos años ocupara el desaparecido mercado de la Encarnación,( al que ya vamos quedando pocos para recordarlo), son nada menos que las obras para construir uno nuevo.
La cosa es, que así se desprendía de las autorizadas palabras cuando, con la autoridad de candidato,  en sus mejores deseos, le llamara de emblemático, tal como la anterior responsabilidad lo hiciera con el calificativo de “de cine”. Pero, que distinta es la realidad.
Ocurre que, el llamado emblemático, el  “de cine”, el llamado a ser el mercado central de la ciudad, ese que, al igual que el anterior fuera el referente durante más de un siglo del desarrollo comercial, social, económico, gastronomico, y cultural, por no incluir también el cofradiero, que alcanzo la importancia que se desprendían de sus dimensiones, ( uno de los mayores de Europa), el de su emplazamiento, centro del centro, punto de encuentros, enclave de comunicaciones para los ciudadanos de extramuros, y ombligo del mundo, ese, nada menos que quedará,( si Dios no lo evita), como consecuencia de ese invento, al que llaman rompedor, epatante, champiñones e incluso ficus metálicos ( y premiaron como metropol  parasol), si bien lo de la estación del metro, de momento, tendrá que esperar, pues a ese, que parece que al fin le metieron mano, no será tal cosa, pues le dejaran convertido en un exponente ridículo, un mercadito de reducidas dimensiones, condenado de antemano, (al perder su identidad de plaza de abastos), y que por la falta de una estructura, competitiva y organizativa junto a otros factores, acabará mas temprano que tarde, siendo multicentro de alguna cadena que surja tras su posible desaparición.
A pesar de todo, todavía hay quien cree que esto puede ser evitado, y para ello no dudan en reclamar la atención de hasta el más indolente de los ciudadanos, para recuperar esa Encarnación con su mercado tradicional, moderno, funcional, amable, rodeado de árboles que perfumen y sombreen un amplio acerado, y para que luzca en la sencillez y en las proporciones, no exentas de arte, del buen gusto, y avances tecnológicos, para que sea un edificio capaz de enamorar a propios y extraños, aunque solo fuera por el placer de admirar, como esta ciudad, que es capaz de recuperar lo mejor de su pasado, pone con sencillez ese escaparate publico, que ni tiene que ser, ni epatante, ni de cine, ni emblemático, bastaría con que fuera un punto de encuentros, como toda la vida, entre comerciantes y clientes.
Francisco Rodríguez Estévez

Sevilla,30-11-05

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