martes, 16 de septiembre de 2014

Seguir durmiendo

El sueño es un tiempo de descanso necesario para reponer las fuerzas, pero el rico vocabulario castellano también acepta que sea un vehemente deseo, un anhelo por conseguir, un objetivo a cumplir algo por lograr, una meta que nos imponemos para seguir insistiendo con la esperanza de que algún día se nos haga realidad.
Todos soñamos con que alguna vez nos toque el euro millón, pero solo conseguimos el reintegro que nos hace salir de el cada semana para volver a intentarlo.
La Encarnación no tiene ese sueño, le construyen uno, y además equivocado porque es un sueño político, cuando debería ser un sueño consciente del ideal, y no las fantasías animadas de ayer y hoy, de gnomos y setas. 
A veces pienso en los clientes del restauran por las nubes, como estaran cuando se recaliente las chapas. Tambien  en el botellodromo de la azotea oliendo a amoniaco. En el candado del cinturón de la pequeña Julia, para preservarle su virginidad. Y como no en el emblemático dedalitos. 
Tal vez sea el efecto de aquellos que soñamos  sin dormirnos en los efectos que llegaran a producir lo de las setas, los que despiertos soñamos con emblemáticos mercados, sencillos y ambles, y para nada en icono absurdos, y menos aún con costosisimas epatantes cubiertas.
Internet, ofrece la posibilidad de ver el mundo sin salir de casa, con lo cual fácilmente pueden advertirse las diferencias entre lo que se ofrece como icono municipal en esta ciudad, y lo que en Barcelona y Valencia, son funcionales iconos, referentes indispensables para sus visitantes.
La pagina Web de la Boqueria, es un sueño hecho realidad para cualquier comerciante de mercado, lo mismo que la del Mercado Central de Valencia, entren en ellas y deléitense recorriendo en un paseo virtual por dos mercados emblemáticos.
La Encarnación no tiene Web, y la del concurso, imaginen por que la descolgaron. Tal vez si entran en "pergola" encuentren un reportaje grafico,  y un comentario, sin comentario.
Pero si lo prefieren, busquen Mercado de Santa Caterina de Barcelona, y se les caeran los palos del sombrajo champiñonero de vergüenza, su visita bastará para saber como se miman a las tradicionales plazas de abastos en esa Cataluña, que al parecer, tan solo nos sirve de ejemplo para el estatú, bien, gracias, ¿y tu?,-pues soñando, - ¡ea!, Pues hijo que descanses.
Francisco Rodríguez Estévez
-Sevilla 20 de Junio de 2006-


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