jueves, 11 de septiembre de 2014


Quien dijo, miedo

A pesar de la obligación de rectificar este cumplimiento incumplido, pues como que  no hay cambio que aparezca, ni arreglo por el momento.
Lo que si continua saliendo por las rejillas es el chorro de viento caliente, contaminado por las partículas odoríficas, y es que sin duda son los lugares más inapropiados para instalar las ventanillas  de salidas de aire, ya que las colocaron donde no están permitidas, pero allí siguen.
Es el indeseable saludo con el que me recibe a diario el “bicho” al llegar a la vanguardia del “metropol-parasol”, justo me envía la bocanada al entrar  por el callejón, único lugar posible de acceso peatonal,  pues la rampa de entrada a los vehículos sin duda no es lo apropiado.
El caso es estando aquello  tan escondido  apenas se percibe de su existencia,  cuando a primera vista ni se advierte, al menos hasta que sobrepasas la transgresora P-1,  pues el callejón se oculta tras las barandas del elíptico parterre en el que apenas puede enraizar un sediento cactus o la atrevida sábila.
Es la ponzoña que durante diez pasos te persigue para impregnarte como halito repugnante, antes de comprobar el abandono existente en la sinuosa calle cubierta, un extraño lugar que es imposible comparar con la 5ª Avenida de Nueva York, tal según tuvo en el sueño aquel  delfín que acabó cazón.
Asomarse es deprimente por mas que duplicaron las luces, y sintomático del futuro que puede alcanzar,  porque por nada del mundo, nadie en sano juicio puede imaginarse que en sitio tan cutre se pudiera implantar el mundo fashión.
Con la peste en los talones, aun faltaran como quince metros para llegar a las pesadas hojas de una doble puerta que inutiliza len su mitad, por más que ademas de la aleatoria colocación, evita intencionadamente cumplir con la Ley , por cuanto deberían de ser automáticas aunque solo fuera  por modernas.
Traspasar la marca de donde no se encuentra la  puerta de pesados paños de cristales, que aparte del punto vintage, permanece rota y escondida desde hace meses en el hueco  aprovechado ad hoc, a nada de iniciarse la primera ondulación,  a pocos metros antes de los retretes multiuso, y aun así, todavía faltaran cuando menos seis metros para poder llegar a entrar en el laberinto.El pomo con las huellas marcadas de vete a saber que manos lo tocaron, condicionan a un urgente lavado de manos,
Cada placero, convertido en sub-arrendatario, tiene sobrados motivos para acatar en silencio todas y cada una  de las posibles exigencias que deberia de reclamar, empezando por saber ciertamente, que son las zonas municipalizadas de la plaza de abastos y cuáles son las municipales, y donde están las diferencias.
Donde están los espacios comunes con el edificio, delimitación de las zonas privatizadas, y las de comunidad, como se aplica el uso, y si el gasto de este corresponde a los usuarios, y como se establece, y cuando menos saber qué es lo común, que es lo privado, que es lo de uso general. Pero como, quién dijo miedo.
Se hace muy difícil hacer demandas cuando se reconocen deudas, son demasiadas  regalías como para hacer la minima observación, cuando la represalia afectaría directamente al bolsillo. Quien quiere escuchar a Munch, cuando se tiene la boca llena de silencios.
En lo de la Encarnación, quien dijo, miedo. A diferencia de otro tiempo en el que los placeros levantaron con cajas de maderas, apenas salía de huída el francés, las barricadas de la defensa de sus intereses, en los actuales, acaso han levantado un muro de silencio donde la administración evidentemente ha dejado de ser municipal, y por lo tanto ni reglamento, ni ordenanzas pueden ser aplicadas, si el aparcamiento es un elemento de miedo, quién dijo miedo, si hablas, lo mismo no aparcas. Es la fuerza que tiene el silencio, cuando se tiene por que callar.
Sevilla a 11 de Septiembre de 2014

Francisco Rodríguez Estévez

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