jueves, 4 de septiembre de 2014


Hoy como ayer

Seguramente en el Mercado de Roma, un evento de la Alameda, carne de carnaval,¡Ay, Encarnación, carne de mis carnes,dispondrán los precios expresados con los números propios del Imperio, y quien dice que con el suplemento por “colonia”.
En los eventos de la plaza de la mayor indignación, "post eventum vani", ¡Ay, Alameda!, el tenderete expone una carta de menú en la que destaca “Playmaker”,y “Airball”, como recomendaciones. Vete a saber. De postre “Mate”.
Gastronomía de ayer y hoy, “merrie melodies, donde de nuevo lo viejo es como. Tal como dijo el responsable cuando le informé que lo de la puerta, que ya era cosa vieja, aun no la habían colocado. “Pero, como”, no me negaran la enjundia de la frase, dos palabras que quedará para la eternidad en la nube para que el contador de limbos tenga a bien numerarla con cardinales.
En este IV-IX-MMXIV, a punto de que lleguen las primeras legiones para asentarse en la sombra de las columnas del templo de Marte, donde Julio Cesar, y Hércules cuando menos se impregnaran del humo ascendente de los pollos asados, supervisados por las hueste al servicio de la Híspalis que dispone el pro cónsul Goro, pues no es momento con tanta tala que se produzca alguna incidencia que afecte a la salud de los troncos y el bajo vientre.

Hoy han venido gente del ayer que no fui capaz de reconocer. Pepito que trabajaba con Perales, ahora es un sexagenario con rasgos de anciano, y Luis, que fuera camarero en la vieja plaza, me resulto totalmente desconocido, desfigurado tanto como esta Encarnación travestida en laberinto. Ni me pude imaginar de quien se trataba cuando me solicita por mi nombre que le despache un articulo, y trata de hablarme con confianza de conocerme,lo cual  más extraño me parecía.
Finalmente se quitó las gafas, nada, luego la gorra típica de los viejos, peor, cierto es que posiblemente padeciera este alguna enfermedad, pues me parecía hinchado. Me confiesa que estuvo enfermo, de ahí las secuelas, pero no consigo descifrar este misterio, que tal parecía que fuera como la puerta automática para las responsabilidades. Se identifica. No podía creer que el anciano fuera mi amigo Antonio, que durante mas de diez años estuvo trabajando vendiendo recova junto al puesto donde  donde cada dia compartimos las ventas de un tiempo del ayer, con seguridad los mejores de nuestras vidas.
Me tranquiliza pensar que cuando me reconocen es que físicamente he cambiado poco, por más que casi acercándome a ser septuagenario, me sienta joven, al menos con fuerza hasta que logre que la responsabilidad instale la puerta automática obligatoria, por mas que no puede tardar dado el tiempo de ayer, que hoy ya empieza a acabarse, y eso evidentemente se nota.
Post eventum vani, sunt questus, Cuando el necio aparece todo son problemas. 
Sevilla a 4 de Septiembre de 2014

Francisco Rodríguez Estévez

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