domingo, 17 de agosto de 2014



A veces

 
A veces me publican algunas de estas notas que escribo sobre la Encarnación, dando mi parecer por esas “ligerezas”con las que ha sido maltratado este espacio en el corazón de la ciudad, y por ende sus placeros anteriores propietarios, por aquellos que tienen responsabilidad temporal de años que otorgan las urnas, que más bien parece que esta se le ha otorgado no por cuatro años sino a perpetuidad.                                                                                                                                               Afortunadamente  mis llamadas de atención  han servido para sensibilizar a cuantos también piensan que, estos “conductores” de la  ciudad, tienen que ser  más cuidadosos al tomar  las peligrosas curvas de las decisiones, pues a veces es preferible que no lo hagan, sobre todo cuando se les está terminando la gasolina , del dinero que no es de nadie, ni tiene responsabilidad derrocharlo y entonces vienen las aceleraciones caprichosas  y los errores de batacazos, por que después, tanto la temeraria trazada, como la pirueta caprichosa, una vez realizados vienen a ser como los diamantes, para toda la vida.

Poco más puedo  hacer que aprovechar esta ventana de papel  para dar un punto de vista irónico  que marque  una leve sonrisa a cuantos ofrezco su lectura, esperando de ellos, algo mas que la complicidad.

Mis habituales se alegran cuando las ven publicadas, y muchos son los que me llaman por teléfono avisándome del suceso, y otros mas los que me traen  la pagina del noticiario donde la insertaron.

La ventana de papel  posibilita, invitando a abandonar la pasiva actitud, de la que tanto provecho saca el pilotaje, para que  al menos se  cambie  el inexpresivo  rictus de mascara kabuki, que con estas aceleraciones se nos pone a los viajeros.  Permitiendo a través del cristal de la palabra alejar la mirada hacia el horizonte  tratando  de vislumbrar  el brillo del charol que siempre hace levantar el pedal a los conductores irresponsables.

Tengo la impresión  de que no  se está  llevando la adecuada conducción que  tanta responsabilidad requiere, que continúan los acelerones  de pavor, como queriendo  en esta ultima fase del recorrido que todos  los aterrados pasajeros comprobemos la pericia de  “volantista”, una vez gastada las gomas y  ni les cuento los amortiguadores de pasar por los pianos, será por pasar,  y  en lugar de  rectificar el trazado de  las peligrosas curvas finales del recorrido tocando el freno, el final de este arreon final, Esta visto nada es imposible..

Sevilla a 5 Noviembre de 2005

Francisco Rodríguez Estévez

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