martes, 8 de julio de 2014


Sacar y sacar y volver a sacar.

 
Se hace difícil tener sacar, y sacar  y volver a sacar cuando no hay suficiente entrada. Si fuera pozo, en el tiempo llegaría a secarse.

Se hace casi imposible por donde salir, de donde por mas que se busque no existe puerta, y es que  sin puerta, tampoco puede haber entrada, y sin entrada es casi un milagro resistir pasar cada día, para sacar, y sacar y volver a sacar lo necesario,  donde ya ni queda.

Sin entrada, marcando la crítica situación con los catadriópticos, tal que fuera ojo de gato, donde el cristal no deja de indicar en todo momento que la reflexión produce más que reflejo, sigue siendo un gran hándicap. Mirar, y mirar y volver a mirar, para no ver nada.

Un punto oscuro, tan evidentemente claro en la negritud del panorama, que acaso, para hacerse notar con los años, pasada la provisionalidad, hace, tras tornar del reservorio que tener, desde entonces, y no queda otra, que  sacar, y sacar y volver a sacar, por haber entrado, y no haber salido, cuando menos a tiempo, y  además tener que demostrar lo inútil que, llegado a este punto, se hace permanecer mas  tiempo del deseado sin poder salir para ganar y ganar y volver a ganar, cuando solo queda aguantar el tiron bajo las envenenadas setas.

La circunstancia negativa no hace más que agrandarse la herida abierta, tal como ojo de tornado. Mirar, y mirar y volver a mirar, sin poder salir de la vorágine de lo absurdo que en cada faena se prepara sin salida, sin puerta, sin entrada, para una reparación vital.

Mas de tres años, y aun no ha habido un mes que de donde apenas queda, no saliera lo que llegado a este punto casi no se tiene.

En la espiral de gastos e imprevistos no queda una semana que no nos depare  el bocado de una mordida inesperada, que evidentemente es de esperar.

La punta del parachoques no ha sido nada comparado con lo que me ha regalado la cornada del encierro en la carrera de “mercaderes”, justo el día del santo, cuando se cumple el noveno año de las carreritas, de cuando  recogía firmas para “otra encarnación es posible”, mientras la perforadora agujereaba el vaso admirable donde estuvo la colonia en aquel momento desaparecida.

El punto liminar indicará el cambio de suerte, será como clarines marcando el momento de los caminos encontrados, hules y chequera, después de tanto tiempo con la sola idea de ganar, y ganar, y volver a ganar, cansado de tanto perder, y perder, y volver a perder, y hastiado de pagar y pagar y volver a pagar, pues definitivamente no queda de donde sacar y sacar y volver a sacar. Así que a correr, a correr.

Sevilla a 8 de Julio de 2014

Francisco Rodríguez Estévez

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