miércoles, 9 de julio de 2014

En el olvido

Como si fuera el mismo Carajo, que para eso era su hermano, nada parecía impórtale, pues la que se escoñaba era ella, que de haber sido lo suyo seria carajazo, el caso es que tal inmolación no cayó en el olvido, y puede ocurrir que lo de la paridad sea  ahora algo que no se cumple, cuando ella sea el, y el resulte ser ella.

Olvido ahora muestra tal como vino al mundo sus carnes, y su henchido vientre, que como cabe imaginar no pudo inflarse con el dedo medio, tal como mostró al mundo, pues tuvo que ser otro el que se aplicara.

Hormigo largará por donde se tocaba, cuando le toque, lo que le entró en sus entrañas por la mismísima puerta, y a nada que la criaturita asome la cabeza, lo mismo un nuevo video trae el talonario, ese  que le busque la salida del laberinto, siempre con la con ayuda del Minotauro consentido. Dice el refranero español, “los cuernos duelen al salir, luego sirven para vivir”

Olvido, olvido, acaso sea no saber de donde viene el dinero que trae a casa el marido, más cuando no trabaja. ¿Pero que puede contestar a un juez, una mujer enamorada?. Señoría, “En la cama no hablo con mi esposo de cuentas, solo de números”.

El colchón evidencia los  síntomas de padecer prosopagnosia. No lo sé. No lo recuerdo. No me consta. Siempre, siempre olvido, y  a eso le llaman perder la cabeza. ¿Dónde pusieron la puerta?

Al monstruo de Amstetten, se le olvidaron los años que estuvo violando a su hija, encerrada en el  sótano de su casa, y declaraba ante el juez que desconocía que fuera el padre de los ocho hijos-nietos que vivían en el zulo, bajo tierra, cosa que tampoco recordaba que se construyera. Tal dato despejó las dudas del juez, pues todo indicaba que no obtuvo licencia de obra.

La prensa informa que al presidente se le olvidó, que para colocar a miembros de su familia hacia falta, como a todo personal contratado, que estos aprobara unas oposiciones. Un pan bajo el brazo.

Olvidar el pago de 0.11 euros, aunque no lo crean, lleva un costo por sanción de 60 euros, Hacienda no te olvida. Es la Justicia injusta.

En esta ciudad que hace puente antes que de que pase por debajo  el cauce del río. Donde se hacen setas imposibles, y torre gnomon de la gran sombra. Donde la accesibilidad  de los usuarios al edificio privado, cualquiera advierte, que será tapón de Poniente, pues lo mismo esto se soluciona con otro puente con dinero publico, que no es de nadie, ni delito su uso, para que la trama de edificios “podium”, y  torreta, de caja a caja-privada tenga sentido, y alguna vez utilidad para la ciudad.

En la plaza municipal de abastos, donde olvidaron tantas cosas, incluido que existía un reglamento, se apresuraron en cambiarlo por ordenanza, para poder cobrar cánones desproporcionados e imposibles, como la accesibilidad de las puertas automáticas.

En el laberinto, Minotauro no dará de comer, ni con la carne de su carne, pero meterá cada susto, que no vea. Lo mismo ponen la puerta y podemos salir, pues siempre será mas barato que un puente. En la agenda, para que no se olvide, está anotado lo del cafecito, y mas tranquilo, le contaré la historia de Carajo, el hijo de Escamandromino*.

Sevilla a 9 de Julio de 2014-

Francisco Rodríguez Estévez

* Escamar, temer, dudar. Dromo, calle, viario, paseo,  

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