miércoles, 23 de julio de 2014


El visitador
 
Si algo es malo en estos casos  recibirla, peor es que la visita te la venga a hacer un celoso guardián como el que me toco en suertes. Un error de 300 euros es castigado con una sanción cercana a los 2.400 euros, en aplicación del 800% según la Ley. ¡Virgen Santa!
Visto lo desproporcionado que eran los efectos de su actuación, y ante la férrea actitud de negativa a rectificar, debido a un bloqueo injustificado en el eficaz funcionario publico, tuve que acudir para entrevistarme con su superior, pues no era para menos,  y resultó, para mi pesar, que este tal era que no quería entender nada de lo trataba de explicarle inútilmente, pues se limitaba a leer los articulados que se infringían, ya fuera por omitir 0.11 euros, 0,13 euros, o 0.14 euros, dado que en su puesto de responsabilidad no entiende de la desproporcionalidad en absoluto, y  si la Ley escrita es de obligado cumplimiento, no acepta que  la interpretación, en ocasiones, como las que aplica en esta,  la puede hacer injusta,  pues se podrían tener distintas resoluciones.
Con tales cantidades seria impensable el fraude fiscal, ¿Dónde puede existir el beneficio de la transgresión?
El visitador, ha hecho todo lo posible para que con esa insana actitud, los contribuyentes tengamos una opinión generalizada, por quienes solo son unos pocos los que cuecen esas  habas, como en todas partes.
Mi entrevista iba encaminada en hacer comprender al superior que por mucha ley que pueda mostrar en el contenido de su letra, no es menos cierto que la aplicación realizada por su subordinado, y que estando supervisada por el personalmente, no quita que esta sea desproporcionada en demasía, pues  la omisión en el pago de trescientos euros, cosa que no llevaba perjuicios a nadie, ni por ello los beneficios pueden entenderse como lucrativo, menos siendo la exigua cuantía, por este celo funcionarial merecedora de una desorbitada sanción que se multiplica al 800 %.
Ni que decir que, tanto si fuera  uno  como ochenta, resulta fuera de toda lógica se le aplique la desproporcionada igualdad, pero tal fuerza legal hace, según la letra, imposible que el sentido común se aplique  en treinta anotaciones en la que la suma de todas no se alcanza los treinta euros, y  esta alcance una sanción  superior al 3000 %, y el desrazonamiento del supervisor apoyando el celo del visitador encuentra normal que en tres anotaciones la multa alcance  al 30000 % de la cantidad  de céntimos que por error o distracción no se llegó a realizar el pago que procedían.
La engañosa estrategia del visitador, hace que no disponga de tiempo para hacer ninguna reclamación, y el supervisor, entiende que mi reclamación verbal tratando de hacer entrar en razones ante el grave deterioro de mi economía, llega a entender que le estoy proponiendo que prevarique, ¡Será posible!
Los trescientos euros, una vez trasformado en dinero público, ese que no es de nadie, ese que no tiene que justificarse su empleo, ni su mal uso, caerá en vete a saber que manos que lapidara todo el esfuerzo que me costara lograr pagarlo, pues desistiré de iniciar el pleito, cuando tan solo por reclamar los cuatros errores que se detentan con sobrada comprobación, que equivaldría descontar 120 euros , seria motivo suficiente como para que se perdiera la bonificación del 25%, alrededor de 580 euros, que sumándole los honorarios del letrado, sobre 300 euros, hace significar que la diferencia , y el gran riesgo de no lograr ninguna reducción, hace desistir cualquier intento para evitar la sustracción que supone la heridla por la que no me escapará la vida pero me llevara a los limites de la pobreza durante todo el próximo año.
Después de tantos días sin dormir, pienso que desisto y me rendiré ante la gran injusticia de la justicia y sacaré la silla a la puerta, lo mismo para contar nubes, pues aparte de la rabia contenida por haber hecho el panoli, entregando todas las facturas,  y ya empiezo a sentir pena de estos que aun no sabe que no tardará mucho que, en justo pago, les vea, a nada que la instalen, pasar por la puerta.
Sevilla a 23 de Julio de 2014-
Francisco Rodriguez

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