jueves, 17 de abril de 2014


Una palabra tuya, bastará

 No hay ninguna duda que seria suficiente. En todo caso bastaría darla, si es para cumplirla, es decir, poder hacer lo que se dice que se quiere hacer, poder que se quiera, pues la palabra dada, una vez que perdió la fuerza de otro tiempo la de honor, y la de Niño Jesús no vale cuando se pierde pelo,  ya está visto que actualmente la palabra dejo de tener la validez de documento verbal.

En este caso, además de la emitida oralmente, es decir de viva voz,  que también bien podía llamarse verbal, obra otra en tarjetón de saluda, como compromiso autógrafo , y en otra, por imposible  no quedó memoria en los hilos telefónicos del fijo, mas aparte de una que guardo, con membrete.

Esta palabra dada, que aun espero que se cumpla, debieron de ser palabras responsables, ya que en lo de la Encarnación son dos las responsabilidades, y lo de la puerta, como comprenderán, es algo mas que  archisabido por todas las partes, de que es una obligación el cumplir la Ley, y en ningún modo la puerta es acceder a un capricho, algo que "de entrada" si que fue todo aquello, mas aun transgrediendo leyes, normas, y reglamentos, pero por supuesto que no tiene a la fecha una salida coherente. Capricho político, ¡mas madera!

Palabras y mas palabras. Palabras siempre palabras, de los unos y de los otros, y de los de mas allá, de responsables e irresponsables, palabras, siempre palabras evitando cumplir lo que dice la Ley, ítem mas cuando se reconoce por ambas responsabilidades que a simple vista puede verificarse la aleatoria colocación de las puertas existentes y la disposición de apertura, y querer ignorar lo evidente en materia de higiene, pues aparte de lo pesada que resulta abrir la única hoja disponible, de cada absurdo par, no deja de ser el pomo, o manubrio de esta, una fuente continua de contaminación por cuantas personas diariamente dejan su impronta, y lo que lleven pegado en la palma, grabada en el tirador, para que otras manos se impregnen del regalito.

Una palabra bastará, sin que ella sea una orden imperativa, basta disponer que se cumpla la Ley, y con unas sencillas modificaciones colocar las puertas donde los usuarios, es decir el publico en lo publico, puedan encontrarlas sin dificultad, y que con esta nueva disposición mejore la circulación interior del laberinto.

Con las mejores galas, expresa su palabra quien puede darla. Una palabra suya sería más que suficiente, de no haber habido otras con anterioridad, seguro que esta vez la emitida forma parte de su mayor deseo, acaso conoce perfectamente la Ley, y es su responsabilidad acatarla. Poco, a poco, le escucho decir, todo se arreglará.

Lo malo es que la prioridad no parece que será lo de la puerta, es de temer aun siendo algo de carácter general, y lo mismo, con independencia de la demora de esta, mientras se empieza por el toldito, o cortinaje vertical, que por su especial disposición, en cuanto a la luz solar, es algo de afectación exclusiva, y que si se evita esta nefasta reflexión con un mínimo costo, será cosa de agradecer, pues con esta medida, cabe pensar que los solomillos dejaran de exponerse en la terraza del tercero de la casa de ladrillos cara vista.

Pero, nada peor que disponer hacer poco a poco lo que es una acción total, por lo que algo se quedará atrás.
Poco a poco. Lo mismo son tantas cosas por subsanar, o rectificar, o cambiar, o eliminar, o que añadir, que bien está, después de mas de tres años, empezar por alguna, la que sea, siempre que si de verdad se tiene la intención de darle una solución total, en la medida de  lo posible, a tantas deficiencias, antes de que la sentencia del Tribunal Supremo de la Junta de Andalucía, visto lo dictado a los constructores de la parcelita, que por no derribar aquello,  el matrimonio cumple condena en cárceles separadas.
Como decía Aragonés: Palabra, palabra, palabra, y volver a la palabra, y otra vez la palabra.

Sevilla a 17 de Abril de 2014

Francisco Rodríguez Estévez

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