miércoles, 27 de febrero de 2008

Rosario en la Encarnacion(ora pro nobis)

Por la Encarnación

Con los revuelos de relojes midiendo tiempos de vendavales, se pudo ver como la saeta quedó detenida marcando el rumbo de una calida brisa para hacer, del crudo invierno de cortos días, que este se vuelva primavera, cuando llega este ventoso mes, con una semana única y diferente de días interminables y horas sin medida. Se mire, como se mire.
Este año nos trae dos nuevas miradas, y las dos son de esperanza. Dos miradas, que vienen para asomarse a esta ciudad, a la que conocen sobradamente, con el fin de que podamos admirar en sus ojos el dulce verdor de un inmenso mar de lagrimas contenidas que, siendo llanto, y consuelo en el sufrir, en esta ocasión tiene que ser de alegría para todos. Si bien es verdad, que brotaran con mas fuerzas, en aquellos que bajo los antifaces, solo se les puede intuir.
Tiene la ciudad ese misterio cuando, en la transformación anual que marca el azahar y la Luna de Parasceve, hasta los agnósticos confesos se visten con ruanes negros.
Todos sabemos cual es nuestro lugar en este tiempo penitencial. Desde hace muchos años cuelgan detrás de la puerta del dormitorio, dos túnicas envueltas en sudarios de plásticos, una blanca de silencio y amargura, la otra verde de esperanza. Tres medallas cuelgan en sus cordones del cabecero de la cama, dos, son verdes, enlazadas con un nudo de larga madrugada, como la mirada de la dolorosa que, con la advocación del Rosario, se une a Macarena y Monte-Sion, el otro rojo sacramental, de un desprecio incontestable.
Desde hace más de cuarenta años, ocupo el mismo sitio penitencial. Allí me encuentro, para encontrarles. Allí me siento, para sentirles. Allí soy penitente sin luz, penitente sin cruz, penitente que busca los caminos para llegar puntualmente a la cita, acelerando los pulsos y los pasos. Es lo que tiene esta pasión que se sufre y se ama, que agota y se desea, que exige este sacrificio, que no es tal, siendo causa de esa alegría que espero disfrutar por muchos años, si Dios lo quiere, y que el cuerpo lo aguante.
Este Lunes Santo, cuando los corazones se desboquen en el “polingano”, me encontraré en esa Encarnación que llamo de mis carnes, pensando en el camino de ida, y en el de vuelta, para coincidir en esa Campana inicial que buscan, por los caminos de la Encarnación, para que, entre las eneas de espacios vacíos, se encuentren con esta mirada desesperanzada, que les está esperando.
De regreso, siguiendo el camino macareno llegaran a la Encarnación. Será el punto para volver a ver en el brillo del mar en sus ojos, y con toda seguridad afloraran esas lágrimas imposibles de evitar en el adiós de la despedida. Allí, en esa Encarnación, donde gira la sierpe de luces que forman mis hermanos del blanco silencio. Donde la Amargura, no quiere ni escuchar a Juan, al ver aquello. Encarnación de misterios, convertida en bifurcación de Rosarios. Rosario de Oración, que siguiendo la estela de plumas blancas que dejaron los armaos, en su cara refleja cuanto dolor le produce ver esa plaza, antes de volver a su calle Feria, y Rosario que en el mirar de sus ojos verdes, Rosario del Rescatado, dejando la Encarnación le cambiará su dolor, al no quedarle más llanto, regresará a San Pablo.
Sevilla a 27 de Febrero de 2008-
Francisco Rodríguez Estévez

martes, 26 de febrero de 2008

Una jornada hospitalaria

Por cambiar

Después del día perdido, muchas personas, especialmente las cercanas, al saber que había acudido a la consulta del especialista, me preguntaron por el estado de esa articulación que tengo dañada por una lesión producida en el mes de Abril del pasado año. Cuando les cuento lo acontecido, me animan a que lo escriba, aunque no se que efecto tendría esta, ni tan siquiera de que podría servir. La respuesta que me ofreció el mejor argumento para hacerlo, fue aquella que me dio el motivo. Cambiar del tema que, tantas me ocuparon, sobre esa Encarnación que me duele, si cabe más, por lo años de padecerla, que ni el doctor tiene el diagnostico claro.
Acudí a la consulta, después de siete meses de espera, y con cuatro aplazamientos por desconocidas causas, el día indicado en la cita, al objeto de ser “visto” por el especialista. A la 9.30, llegué al Macarena, y cinco minutos más tarde tenia depositada esta en el buzón previsto al efecto. Justo a las 10.10, suena mi nombre de viva voz por los pasillos, me dirijo a la persona que continuaba llamándome con insistencia, y que al parecer no advirtió la señal de mi brazo levantado. La acompaño a un despacho, y me conduce en presencia de una joven tras una pantalla de ordenador, y espero que termine de atender a la persona que me antecedía.
Unos minutos después, me pregunta por mi nombre, que teclea en su ordenador, y me hace llegar la noticia de que no tengo cita, pues por unos desajustes, esta se pospone para finales del mes de Abril, justo un año después de ocurrida la lesión, a esto, en un pequeño papelito de publicidad medicinal me anota la nueva fecha, que me entrega con los cinco volantes que le había mostrado junto con mi indignación.
Pregunto donde me puedo dirigir para expresar el malestar del momento, y animándome a ello me remite a Dirección. Llego al supuesto sitio, pues resulta que allí me indican que no es, pero me dicen que puedo preguntar dos puertas más adelante. 11 de la mañana, después de explicar lo que sucedía, me sugieren que baje a atención al usuario. Cerrado. Dos puertas mas al fondo, llamo, y pregunto, nadie sabe nada, explico el recorrido hasta el momento realizado y mira por donde, me aconsejan que salga al edificio exterior y pregunte por la doctora Tal.
Al llegar una enorme cola aguarda, paso a formar parte de la fila, 11.15 Llego al mostrador pregunto por la doctora. Nadie la conoce, explico nuevamente aquello que me trae, y los distintos pasos de desorientación que llevo dados en estas dos horas hospitalarias. Tratándome de ayudar me indica siga el pasillo de la derecha, al final a la izquierda, pregunte por alguien. Final del pasillo de la derecha, a la izquierda. Unos cien pacientes esperan, pregunto a una personas de esas que vestidas de verde pululan de un lado para otro continuamente, y que resulta no pertenecer a este área, pero me dice algo que ya había advertido, que aquel no era el lugar, pues claramente en la puerta se podía leer extracciones. Vuelvo al mostrador. 11.30, ahora resulta que era al final del pasillo de la derecha, a la derecha, puerta de la izquierda. Allá que vamos. Cerrada. Dos puertas más adelante una pequeña cola de descontentos, realizan airados comentarios. Aquí debe de ser. Justo a las 12, entro, precisamente cuando una de las dos “señoritas” abandona su mesa y la otra continua una llamada telefónica en su móvil, aguardo a que la concluya. Vuelta a explicar todo el proceso, y nada, me remite a la puerta cerrada, aconsejándome que permanezca junto a ella esperando a la incorporación al trabajo de la persona que debe de atenderme. Cinco minutos más tarde llega. Me hace pasar. Vuelta a explicar, No tiene un medico disponible, teclea varias veces y nada, al parecer la “notita” para finales de Abril es la única posibilidad que tengo para que la deformada articulación sea “vista” por un especialista es esa, es lo que hay, un año después de producirse la lesión. Le pregunto cual es su trabajo en esa pequeña oficina llena de papeles. Cuando le oí decir que “era comerse marrones” la compadecí. Sigue buscando en el ordenador, y me indica que si me viene bien por la tarde, le digo mucho mejor, así no perderé otro día de trabajo pues mi jornada termina a las 3. Bien, para primeros de Abril. Imprime una cita y me la entrega, algo es algo. Después de cuatro horas, abandono el hospital. Puedo asegurarle que hasta se me pasó con tantos paseos, el enorme enfado que aquello me produjo. Esperemos que el especialista no me diga que por que no ha venido usted antes.
Sevilla a 24 de Febrero de 2008
Francisco Rodríguez Estevez

domingo, 24 de febrero de 2008

En el silencio

Grito ante el horror

Es posible que, ante la paralización que se sufre, que ni este salga. Los expertos dicen que las reacciones pueden ser diversas, siendo el grito algo comun, pero también es cierto que puede atenazar tanto que no deje salir por la boca lo mas mínimo. El angustioso bloqueo impide cualquier gesto defensivo, llegando al punto de cortar la respiración. ¡Dios mío!, cuando se está frente al horror.
¡Dios mío! Esa fue la frase exclamada por un experto de arquitectura contemporánea, de visita por esta ciudad, a nada ver aquello de lo de la Encarnación. ¿Y el Colegio? –preguntó. Lo apoyó, le contestan. Y los ciudadanos, ¿que dicen? Callan, fue la respuesta. A lo que volvió, mirando aquello, musitar ¡Dios mío! Lo que hay que oír.
Es eso de la Encarnación, ¡Dios mío!, un osado proyecto del que se llegó a decir que se le metió mano para romper vínculos de anteriores alianzas, y que tal vez se acometió con el único fin de sellar un pacto, pensando que, de no poderse llevar a cabo, siempre se podría responsabilizar, por tal motivo, a la turbamulta reaccionaria como causa de lo ocurrido. Pero, mira por donde, como que hay que comer todos los días, solo apareció el silencio, rompiendo la noche de los sueños, como lo hace una saeta en la madrugá. Silencio, pueblo cristiano.
Si acaso, los “reactivos conservacionistas” de siempre, junto con “los rancios columnistas” de toda la vida, y eso, es poco grito ante la “sordera cultural”, la “sordera urbanística”, la “sordera económica”, la “sordera pactada”, ¡Ay, Alameda!, que de un tiempo a esta parte se padece entre las plazas.
Grito del vecino al que sus paredes agrietadas les grita en las noches de espanto. Gritos de muertos en la Encarnación ¡Dios mío! Grito de senil vecino desahuciado, ¡mi casa!, grito de cristales rotos, en la Trinidad, grito de abuelas arrecogidas por San Bernardo, grito de postes negros, grito de tranvía imposible, grito por metro de nunca acabar, grito por Bermejales, grito en bolsa, grito en el Vacie, grito en Murillo. Grito en Los Pájaros. Grito en el Prado, grito en el Arenal, grito de bombero, grito de conductores, grito disciplinante, grito de nazareno, grito de perdidos azules cielos, grito de San Laureano. Grito de Gavidia, grito por San Agustín, grito de la Cruz del campo. Grita Basilio y grita Paco. Grito de retiro obrero, oficinas y casa de baños grito, y gritos de Marmadé el francés, y de Curtís el británico. Gritos en Pumarejo, ¡Dios mío!, ¿Por qué hay que gritar tanto?
Solo cabe pensar que como esto no sea cosa del riego, todo resultará ser que le faltan pilas a los sonotones.
Sevilla 24 de Febrero de 2008
Francisco Rodríguez Estévez

sábado, 23 de febrero de 2008

Ocho palabras

Con c, de “centro”
El azar quiso que fueran ocho palabras. Ocho, como lo de la Encarnación, como la madeja de los líos, esa que en “cuanto” puede, nos deja a “conveniencia”, ocho palabras desconocidas, por su escaso uso en el lenguaje “cotidiano”, son las que me ofreció mi viejo diccionario al abrirlo por la c, de “casualidad”, y que acaso, esta misma quiso, que tambien fueran las ultimas de este escrito al “concluirlo” con “caja”, y “cierre”. “Curioso”, y “cierto”.
Otra más, de estas “complicadas” “cartas” que escribo, con el único objeto de recordar las “cosas” de esta Encarnación, a la que con “cariño” llamo de mis “carnes”.
Diríase que el abandonado solar encontró, con el tiempo, justo al “codorro” que se empeñó en poner el “codiciado” final, no importándole decidir la permisividad para exceder los antiguos limites de plaza de abastos que marcaban las desaparecidas acacias, hasta el punto de “cogolmar”, a falta de alcorques que acojan naranjos y magnolios, con “cantidad” de “cemento”, nuevas y “controvertidas” lindes.
Acaso, este “cogüeso” de champiñones, que más que trompeta de muertos, será mesa “colaire” de miasmas ululantes, filtros eólicos, renovable energía integrada en los poros insostenibles de una estructura en la que la nieve pasa diciendo, donde no hago falta no me detengo.
A la busca de soluciones dos años por delante se hubieran evitado, si semejante cosa se hubiera “cogitado”, y seguramente a estas alturas estaría exenta de esos posibles “codiezmos” que vienen a buscar a su sombra, como la tórtola turca su trocito que llevarse al pico, si bien el pico, (a falta de nieve,) y sin más damnificados que los “cogitabundos” de ese rincón de ventas imposibles (en tanto caen en la cuenta que nunca hacen) “caiga” ese “cochite hervite” a la velocidad de los mejores tiempos galácticos, de Pavón y “Zidan”,con zeta, y si dan, pues lo mejor de siempre fue cobrar, a ser posible antes de que la “caja” “cierre”.
Sevilla 23 de Febrero de 2008-
Francisco Rodríguez Estévez

viernes, 22 de febrero de 2008

Perder y pagar, todo es empezar

El pato

Es dicho sabido aquello del que se fue de Sevilla, perdió su silla, pero como de nunca se supo quien se la pudo llevar, lo mas seguro es que fuera pagada a escote, pues al parecer, no hubo manera de encontrar a quien hacerle pagar el pato de la desaparición.
No solo la silla se pierde, una y otra vez, como si fuera el estoque del faraón, los pinceles de Murillo, el Stradivarius de Mozart, o trocitos de bronce del huevo gigantesco, si no que otras mas definitivamente desaparecen, como esfinges de la Alameda, ¡Ay Alameda!, la fuente de piedra de la fachada Sur de la desaparecida plaza de la Encarnación, ¡Ay Encarnación!, la fuente de cristal, el mosaico de Matta, o el tren monorraíl. Pero algunas de las que aparecen, como la cubierta, cuando son recuperadas se encuentran fuera de toda utilidad.
El pato, el de la pila del pato donde mi “arma” te conocío para contar lunares, sin definir si fue en la Alameda, ¡Ay, Alameda!, de Carabolso a Carnaval y murga del Regaera, en el Prado de San Sebastián, de Real de la Feria a jardin, y terminal de metrocentro, o en la plaza de San Leandro, de yemas de convento, Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita, pues resulta que se ha perdido.
Queda claro que una cosa es pagar el pato, y otra muy distinta que se pierda. Cuando el pato se pierde, hay que pagar el pato. Cuando se compre un pato nuevo, hay que pagar el pato. Por acierto, o por error, el pato siempre se paga, a ser posible por los de siempre, que para eso están los pagapatos de toda la vida.
Otra cosa sería, que tambien se paga, que en lugar de pato, sea pacto.
Un pacto es mucho más caro que un pato, así lo dicen los números, pero habiendo pagapacto nada importa los que salgan, ya sean rojos, o de circo, si estos acaban apareciendo, o cuando menos, si se pierde como el pato, a ser posible que no salga algo tan disparatado.
El pato no era original, se trataba de una replica de escaso valor material, un remate de la nómada fuente que escondía el surtidor en el pico del ánsar, una pieza barata que será repuesta con cargo a los presupuestos. Peor hubiera sido habilitar la partida para abonar la factura, si en lugar del pato perdido, se tratara del barco del arroz
Que aparezca, o permanezca perdido, como los cielos perdidos con cubiertas imposibles de esta Encarnación demorada, que se encuentre, que se tape o se descubra, el pato tendrá que pagarse para cubrir el descuido, son suertes distintas las de las cubiertas, la micologica que, empeñados en ponerla, no es lo que parece, al menos hasta que se sepa como acaba este rosario, de cuentas, y de contar lunares, y la otra, que cuando aparece no hay forma de ponerla.
Ahora solo ha sido el pato. Por el momento todo está tranquilo.
Sevilla a 19 de Febrero de 2008-
Francisco Rodríguez Estévez

ELE PE HACHE A (LPHA)

Si se diera

No será facil, pero cabe la posibilidad de que pueda ocurrir, en cuyo caso, si se diera, aquello resultaría cuando menos, además de evitable, mucho más económico.
Naturalmente, si es que, en este asunto, importara el dinero, pero es cosa evidente que no parece que tenga importancia alguna el dinero en esto de las setas de la Encarnación, pues a poco que se diera la posibilidad existente, se estaría lapidando, si las previstas umbrelas de la fungiforme cubierta fueran consideradas elementos, no solo transgresores, rompedores, de una siempre cuestionada modernidad, al parecer inadecuadas como elemento, ya sea decorativo, dentro de un paisaje, e incluso de polémico gusto, si finalmente resulta que puedan ser causantes de eso que, perfectamente definido en la LPHA, ha venido a llamarse claramente contaminación visual de patrimonio protegido.
El importante desembolso, si se diera la posibilidad, no parece causa que preocupe a nadie, menos si el recurso presentado la hace evitable.
El tiempo, ese que solo habla con la verdad, nos dirá si se evitan o se sufren de por vida estos champiñones si fueran considerados, no solo una vanguardia que se quedó en retaguardia, fuera de su tiempo, fuera de cuenta, fuera de lugar, fuera de los limites del solar, fuera de las modificadas alineaciones, e incluso fuera de precio, y el fallo condene esta actuación que ha sido llevada en pleno centro histórico,a seguir el camino del centro comercial, que con todas las bendiciones oficiales, en este caso, la aclamación popular ha logrado que, aunque no reconozcan los errores,el horror tenga que derribarse. Y si como parece no es cuestión de economía, todo será como dice Harry Potter, al final de la última novela, “La cicatriz lleva ahí demasiados años, y sigue sin dolerme. No hay por que preocuparse”

Sevilla a 21 de Febrero de 2008
Francisco Rodríguez Estévez

jueves, 21 de febrero de 2008

LUNARES PARA CONTAR

El pato

Es dicho sabido aquello del que se fue de Sevilla, perdió su silla, pero como de nunca se supo quien se la pudo llevar, lo mas seguro es que fuera pagada a escote, pues al parecer, no hubo manera de encontrar a quien hacerle pagar el pato de la desaparición.
No solo la silla se pierde, una y otra vez, como si fuera el estoque del faraón, los pinceles de Murillo, el Stradivarius de Mozart, o trocitos de bronce del huevo gigantesco, si no que otras mas definitivamente desaparecen, como esfinges de la Alameda, ¡Ay Alameda!, la fuente de piedra de la fachada Sur de la desaparecida plaza de la Encarnación, ¡Ay Encarnación!, la fuente de cristal, el mosaico de Matta, o el tren monorraíl. Pero algunas de las que aparecen, como la cubierta, cuando son recuperadas se encuentran fuera de toda utilidad.
El pato, el de la pila del pato donde mi “arma” te conocío para contar lunares, sin definir si fue en la Alameda, ¡Ay, Alameda!, de Carabolso a Carnaval y murga del Regaera, en el Prado de San Sebastián, de Real de la Feria a jardin, y terminal de metrocentro, o en la plaza de San Leandro, de yemas de convento, Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita, pues resulta que se ha perdido.
Queda claro que una cosa es pagar el pato, y otra muy distinta que se pierda. Cuando el pato se pierde, hay que pagar el pato. Cuando se compre un pato nuevo, hay que pagar el pato. Por acierto, o por error, el pato siempre se paga, a ser posible por los de siempre, que para eso están los pagapatos de toda la vida.
Otra cosa sería, que tambien se paga, que en lugar de pato, sea pacto.
Un pacto es mucho más caro que un pato, así lo dicen los números, pero habiendo pagapacto nada importa los que salgan, ya sean rojos, o de circo, si estos acaban apareciendo, o cuando menos, si se pierde como el pato, a ser posible que no salga algo tan disparatado.
El pato no era original, se trataba de una replica de escaso valor material, un remate de la nómada fuente que escondía el surtidor en el pico del ánsar, una pieza barata que será repuesta con cargo a los presupuestos. Peor hubiera sido habilitar la partida para abonar la factura, si en lugar del pato perdido, se tratara del barco del arroz
Que aparezca, o permanezca perdido, como los cielos perdidos con cubiertas imposibles de esta Encarnación demorada, que se encuentre, que se tape o se descubra, el pato tendrá que pagarse para cubrir el descuido, son suertes distintas las de las cubiertas, la micologica que, empeñados en ponerla, no es lo que parece, al menos hasta que se sepa como acaba este rosario, de cuentas, y de contar lunares, y la otra, que cuando aparece no hay forma de ponerla.
Ahora solo ha sido el pato. Por el momento todo está tranquilo.
Sevilla a 19 de Febrero de 2008-
Francisco Rodríguez Estévez

domingo, 17 de febrero de 2008

OLVIDOS Y RECUERDOS

El monte del olvido
Cada año, por este tiempo que el coral no me deja el suficiente para escribir de la Encarnación, saco la caja (en este caso maletas), de los recuerdos, para no olvidar todo lo que se ha dicho, o escrito, y encuentro joyas memorables, como aquella que el ocurrente, en presencia de la responsabilidad competente, vino a afirmar que mientras más rechazo, mejor le venía al rompedor proyecto.
Concluido el quinario, y a falta de nuevas, este respiro para el recuerdo de la ultima que, posiblemente,( tuvo que ser por la fecha en la que se hizo), para que el anuncio de la demora de dos años más en lo de la Encarnación, mas pareciera, por grotesco, que algo tan serio, tuviera enmascarado ese matiz de la nevada, (cosa normal que sucede cada invierno en el norte de Europa), como para que pareciera cosa habitual que el blanco algodón de los helados copos cubrieran las azoteas de este calido sur, y adoptar por tal causa, el retraso justificable para realizar una previsión, pelin desmesurada, que no se tuvo, por insólita, pero que nunca está de más, por lo que pueda caer, que nunca se sabe.
Es asunto a recordar, esto de las imprevisiones, para que no queden como las cruces del bolero, en el monte del olvido. Pero, no solo la nieve, si no que con lo del cambio climático, parece que por aquí hasta la lluvia tambien anda distraída de memoria, y es que desde que acabó el carnaval, para dar paso a la cuaresma (que tiempo es de reflexión), entre catenarias y fernandinas, (que viene a ser pitos y flautas), comprobamos que lo de la Encarnación, con sus enormes patíbulos que parecen estuvieran clavados en el mismo monte, no acaba de romper la amnesia que se padece, y me da que todo va a ser debido al riego.
En esta fase de letargo en la que entraron las demoradas setas, la actividad de la ocurrente obra no tiene ritmo electoral, parece que el proceso, ahora en lentitud, tiene prevista una aceleración a nada que la Encarnación sepultada y resucitada por la gubia de Buiza, regrese hacia San Luis.
De momento, vuelve a las portadas por el fatal destino de encontrar allí otra victima de su propio desatino, y van tres, en este invierno casi primaveral. Tres mortajas de cartones, tres sudarios de abandono, a la puerta de las cajas.
Algo debe tener esas extrañas formas, para que en la retina de los sueños de tres personas, quedaran grabadas en su última mirada esa alucinante imagen. Al paso del tiempo, pronto serán olvido, como cruces del monte.
Al menos, en su tiempo, a paso de regreso, cuando acabe la amarga madrugada, y llegue, junto a los primeros rayos del sol a este lugar desfigurado, donde siempre le cambia el semblante, el desolador panorama se transfigurará por unos momentos, (escasos minutos), en los que siempre vuelve a llenarse de esperanza. Pero a nada que esto suceda, incluso se olvidará el nombre del monte.
Sevilla a 17 de Febrero de 2008-
Francisco Rodríguez Estévez

miércoles, 13 de febrero de 2008

¿Por que te callas?

A la espera de la última palabra

En esa estamos, y no tiene caso, pero así es esto de lo de la Encarnación. De una parte, una gran parte, silenciosa, de otra, aunque no todos, fidelísima, y los demás, que no son pocos, que pasan, pues lo mismo le da si el ocho es de la Encarnación, que los ochenta, aunque sean de millones de euros.
El silencio, otorga, y solo la disconformidad se hace presente en los corrillos de comedias de barra. El aplauso, se hace entusiasta cuando es arrancado por una clá que presencia el espectáculo de gañote ancho del embudo de sus palmas. La apatía, se hace indolencia, en el distanciamiento, cuando se prefiere ignorar a saber.
Así sucede que, llena de silencio, de aplauso, de apatía, todo se hace un ni fu ni fa, mientras aquello crece en la Encarnación de parones, de improvisaciones, de estudios, de ideas, de proyectos, que fueron tantos, que se diría que en estos 35 años más fue Encarnación de elecciones.
Con dos años de demora, definitivamente, no sera para esta de domingo de pasión, mas, si por el momento todavía no se ha concluido la excavación de esa Hispalis escondida, y desmontada. Tampoco existen noticias de que ni siquiera se haya posado para la foto de la primera piedra de la posible estación del metro de la prevista línea de intercomunicación subterránea para la movilidad peatonal. Tambien se desconoce si alguien tiene claro el lugar idóneo para la parada del metro centro (al que llaman tranvía), teniendo en cuenta el numero de cofradías por aquello de las catenarias, o farolas fernandinas. Son muestras que, para no ser tachado de reactivo en esta ciudad de sueños, ni soñador en esta que rompe con sus desvelo toda la vigilia, carne de mi carne, en esta Encarnación champiñón, que aun se puede evitar o al menos dilucidarse si su emplazamiento es el correcto, cuando el enclave solo estaba destinado a recuperar el mercado histórico, la plaza de abasto que fue demolida en 1973, para sus expropiados vendedores.
De esta forma los “paganos” solo verán en ella un icono de alto standing, cuando existen carencias donde el progreso ni el pacto las corrige, los patrimonialistas, con razón puedan decir, al no poder ver a través de la opacidad de la “metálica madera” el edificio protegido, que el espectacular maderamen constituye un elemento de contaminación visual, los jóvenes lo interpretaran, al ser diseñado ex profeso para ellos, como un “campus alucinante”, los indigentes sin techo harán de la gran carpa un sueño en la cumbre, y para los vendedores del mercado provisional, los de la plaza de abastos de toda la vida, por el momento siguen guardando silencio. ¿Y, tu ?

Sevilla a 13 de Febrero de 2008-
Francisco Rodríguez Estevez

lunes, 11 de febrero de 2008

UN ALEGRE BULLICIO

Un diamante

Del titanio, dice mi viejo diccionario, que es un metal químicamente semejante al silicio y al circonio, y que se utiliza para la construccion de aviones y cohetes espaciales, en pinturas, y para esmaltes de porcelanas, etc.
Imagino que toda la chatarra cósmica que se encuentra dando vuelta en el espacio en su mayor parte corresponde a este titanio, del que su revestimiento metálico hace brillar las sinuosas formas del Gugenheim. Pero lo que no sabía es que un tornillo de este material, con un peso de dos gramos, pudiera costar entre 700 y 1900 euros, dependiendo del prestigio del doctor que lo atornille al maxilar. Si fuera de circonio, aun en periodo de pruebas, la pieza se cotiza en la mitad.
Viene el titanio a pensar que el oro puede tener los días contados, y que con tantas toneladas volando, su precio se encuentre por las nubes, más si la demanda de estas piezas con rosca sigan siendo objeto de deseo, para los ciento ochenta mil, que cada año requieren que, sin perder la cabeza, le pongan esos necesarios tornillos, aunque la acaben perdiendo con los razonamientos económicos que tendrán que hacer para pagar el crédito, en este caso no a precio de oro, si no de titanio.
El mercado del oro, que en cierta manera tambien es el mercado del dinero, al contrario que el titanio, mas se está pareciendo al Titanic, por que la cosa no es tan fría como un iceberg, si no que está que arde como el Camden.
Sobre los rescoldos calientes y humeantes del mercado londinense, los responsables públicos aseguran la recuperación integra, como prótesis fija, de ese lugar no se hará esperar, pues de sus cenizas volverá para ser el mismo de antes y con ello la alegría y el bullicio de siempre, no en vano es el tercer lugar en numero de visitas turísticas, y no se puede quedar en chicharrón esperando una ocurrencia.
El de la Encarnación sufrió un incendio a mediados del siglo pasado y se acabó derribándolo, y después de 34 años en lugar de recuperarle le convierten en parasol, que más será Titanic hundido, Gugenheim de modernidad, e incluso perfecta boca para tragar, pero nunca volverá a tener una sonrisa de marfil, que como todo el mundo sabe, tiene mas valor que los diamantes.
Sevilla a 11 de Febrero de 2008
Francisco Rodríguez Estévez

miércoles, 6 de febrero de 2008

UN NUMERO PARA EL DESTINO

El ocho
Ahora todos sabemos lo que es un ocho, gracias a la cuatro. Los concursantes realizan sus números, en ruedas de ocho para marcar los pasos de baile, como las bulerías, un dos tres, un dos tres, siete ocho, nueve y diez, un, dos.
El ocho en la Encarnación, aunque rueda, no deja de ser un enigma buscando su revelación desesperadamente.
Parecía que el misterio tendría en esta ocasión un final feliz, pues siempre acaba de forma trágica, y a nada que se realizara la entrega de los regalos mágicos, Enero, el de las rebajas, trajo además, una demora increíble de dos años para hacer buena la preedición del santero cubano, que después de dieciséis largos años se mantiene vigente.
Ocurrió en el 92, y su pronóstico fue que, hasta el ocho, no se resolvería este asunto de lo de la Encarnación. Ahora, cabe pensar en dos posibilidades, una que tenga el dramático final previsto, como si de nuevo Barrabás saliera indemne, y la otra que la sentencia no pase de la Encarnación, y por esta vez actúe sin tanto lavado.
Ha tenido que ser este Miércoles de ceniza, marca de salida que prepara el camino para estas pasiones que a tantos nos identifica con Dimas y Gesta, la que desde donde las torres grandes cayeron, y moma no es la pareja del momo por muy dios de carnaval que sea, vino de nuevo el terrible pronostico del ocho.
Ocho de la Encarnación, un doble cero en equilibrio de “porté”. Dos bocas, dos estomas insaciables, la de arriba al carecer de cerebro habla sin pensar, la de abajo, digiere lo que engulle. Ocho de madeja, año ocho.
El cubano era hombre santo, el neoyorquino, filosofo. El primero vestía de blanco, el segundo lo hizo de verde, gorra verde, suéter verde, verde esperanza, como la energía verde que se exporta, energía ecológica, de vanguardias.
El negro transmitía en su ocho el poder de la esperanza para esta Encarnación desperanzada, el blanco, interpreta en el suyo tumbado, acostado, que asemeja unas gafas progresivas, unas lentes para ver el símbolo de lo infinito, lo inalcanzable.
El gigantón de ébano, con el extraño nombre de Remedios, reveló la simbología del ocho, como la resucitación de lo muerto. Con su macilenta figura, de palidez ebúrnea, este pensador, lo hace con un poema extraído de uno de sus libros, poema del ocho, del ocho durmiente del bosque, bosque talado, bosque de maderas imposibles.
Dos bocas, una hambrienta por la pobreza que impera en la perla caribeña, ora. La otra que solo piensa, se llama Gabriel, como arcángel anunciador, saciado, harto, de caprichos imperialistas, escribe en esta inspiradora ciudad una obra literaria ambientada en estos pagos y cuyo protagonista es un personaje aprovechado, todo un tipo. Tipo, tipo, pito, pito, , y es que acaso nunca podremos salir de este carnaval.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla a 6 de Febrero de 2008-
Miércoles de Cenizas

lunes, 4 de febrero de 2008

NUEVE ESTACIONES (con la del metro)

De fenicio a galáctico

Ante la decepción de una inauguración anunciada para Otoño, aplazada para Primavera, y demorada para el Invierno,( justo para dentro de ocho estaciones) no queda otra que esperar, ante argumento tan sólido como es la seguridad, para que el calculo de las laminas del revestimiento de estos hongos gigantes, tal vez alcauciles, sea el correcto, incluso, si le viniera el sobrepeso de una copiosa nevada.
Cierto es, que a muchos dejó frío la noticia después de tanto tiempo, pero a nada se volvió a la tibieza en pleno carnaval.
Con la cuaresma encima y los quinarios en puerta, los únicos hongos que preocupan son los de la pudrición parda producida por las esporas activas, que serán atacados con fungicidas, por el restaurador, una vez que acabe la Semana Santa, lo que no impedirá, salvo la lluvia, que por los de la Encarnación pueda procesionar en el misterio.
Convendría pensar sacar algo positivo del lógico retraso que, con dos veranos por delante que sufrir bajo las chapas del mercado provisional, la responsabilidad tome alguna medida para que se bajen algunos grados a fin de hacerlos mas llevaderos, pues técnicas hay, y al menos para que los vendedores tengan en ese amplio periodo una adaptación y no les suponga un choc lo que cuesta entrar de sopetón en la modernidad climatizada.
Tambien se puede aprovechar el impasse, que tal vez pueda prolongarse por aquello de la realización de la estación del metro, la terminación de la excavación arqueológica, clausurar la inútil rampa, la colocación de las obligatorias celulas fotovoltaicas, y la posible afectación en eso de la contaminación visual de la nueva Ley del Patrimonio Histórico, que, antes de que se redacte el nuevo reglamento de mercados de abastos, al parecer previsto por la poca aplicación del actual, nada mejor que estando en vigor pueda ponerse en practica algunos de los artículos acerca de la formación y técnicas de ventas, cuyas enseñanzas vendrían al pelo a estos vendedores, antes de jubilarse, para que acostumbrados a unas estructuras obsoletas, del siglo XIX, (1820), degradados por unas instalaciones provisionales del siglo XX, (1973), el salto en su preparación nada tendrá que ver al que de ellos se espera en estas nuevas instalaciones, de vanguardia, modernas y futuristas del siglo XXI,(200(¿)), en las que estos vendedores tendrán que desenvolverse, al menos con cierta seguridad, sin temor al desplome.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla 4 de Febrero de 2008

sábado, 2 de febrero de 2008

La Ley es la Ley

Tiempo suficiente

Con la demora, existirá el tiempo suficiente para cualquier cosa. Mi objetivo era llegar a las dos mil cartas antes de la aplazada inauguración, cosa que ahora queda facilitada, y estoy por ampliar el número, si es que no cambia, como cambian leyes y reglamentos, este asunto con divisiones de opinión, sobre todo en la interpretación que se hace de lo escrito, y que no son estas.
Como no podía ser de otro modo, hay quienes piensan que escribir sobre la Encarnación, a estas alturas, no deja de ser una inútil lucha, incluso que no cabe más literatura.
Quizás ignoran que esto no es cosa de batallas, ni guerras, que siendo la escritura acto de paz, solo la Ley puede impartir justicia.
Esperando, en esta que me invitaron a conocerla nada menos que en el paraninfo de la Universidad, donde los damascos rojos que adornan sus paredes hacen juego con la moqueta, sabría como salió la neonata.
La última vez que tuve la oportunidad de encontrarme en tan noble lugar lo hice como coralista, para romper mi garganta con los agudos de un gaudeamus en honor de quien mereció ser Nóbel de la Paz. Me temblaron las piernas a nada que se abrieron las enormes hojas de esa puerta, que tambien ha sufrido la barbarie, hoy felizmente recuperada, y darme de bruces con el salon, al completo, lleno de rasos negros y gorritos con borlas de todos los colores. Sentía como si todas las miradas se clavaran en mí en los pocos minutos que duró la parábisis musical.
Al finalizar pude estrechar la mano de esa diminuta mujer, de rasgos indígenas, que se hizo grande y querida por su tenacidad, por su valentía, por su lucha a favor de su pueblo, y por extensión de tantos otros, maltratados por actitudes de potencias políticas y económicas.
En esta ocasión volví a sentir la misma emoción al escuchar repetidas veces menciones sobre la Encarnación, pensando que esto se debía por estas cosas que escribo, y que según dicen es una lucha, si bien no tengo muy claro que forma tiene ese enemigo, que no se muestra.
El hecho de poder disponer de unos segundos, para utilizar la palabra, cuando de parto múltiple, dentro de su periodo gestacional esta recién nacida alumbrada en el macareno Hospital de la Sangre viene para ser Ley, me hizo decir que fuera para todos, al menos para que ese porcentaje mínimo, no acabe cansado y solo le quede ganas y tiempo suficiente para leer, o escribir.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla 2 de Febrero de 2008